Puede que la ambientación sea notable- que lo es-, y que las interpretaciones sean correctas -que lo son también-. Pero el bombo que se le ha dado a esta "Taboo" del aclamado con motivo Steven Knight -nada más y nada menos que guionista de la sí excelente "Peaky Blinders" y la notable y poco conocida "Locke", también con Tom Hardy- es desmesurado. En un año bastante notable en cuanto a series se refiere -que cada uno ponga sus preferedidas en la lista- esta miniserie de ocho capítulos no está mal, pero nada más que eso.
Para empezar, tiene tres capítulos centrales que bien podrían haberse integrado en uno solo y no hubiera pasado nada. La acción o mejor dicho, la inacción que se transmite en algunos pasajes es amodorrante. El papel secundario pero básico para la historia de Jonathan Pryce es el más atractivo en mi opinión, pero se le saca poco jugo ante la omnipresencia de Delaney-Hardy, huraño y taciturno el 90% del tiempo, para en ese 10% restante o bien soltar mamporros, o bien desmentir con inteligencia inaudita su comportamiento animaloide anterior.
Hay personajes que parecen rellenos puestos con calzador y poca sustancia en el guiso total de la historia -Franka Potente y Michael Kelly, como ejemplos de lo dicho-, que quizá merecieran más peso y hubieran oxigenado un poco esta historia de retorno al hogar para buscar venganza, o paz, o simplemente una buena bronca alcohólica con un pasado lleno de fantasmas.
Precisamente la parte "onírica" de la trama me resulta por completo prescindible y aporta confusión artificial antes que misterio y hondura psicológica del protagonista atormentado.
Lo dicho, no está mal pero me resultó larga para lo que cuenta, y no logro adivinar por dónde van a prolongar las visicitudes del tatuado renegado James Keziah Delany.
Nota: 6,50.
En el spoiler nombro un par de cosas que me resultaron increíbles de asumir del guión.