Todo es un sinsentido, un atentado a la inteligencia. Para empezar, cómo es posible que el director de la maravillosa película germana "La vida de los otros" sea la misma persona que perpetra tamaña estupidez? No cabe en cabeza humana y me apostaría cualquier cosa que si pones seguidas las dos películas a mil personas que desconocieran su autoría ninguna adivinaría que llevan la misma firma.
Entrando en la que nos ocupa, en muchos momentos he sentido vergüenza ajena, cuando no directamente pena. La pareja protagonista resulta horrorosa junta, y por separado tampoco mejora. Peor química no recuerdo: ella gélida, lánguida y ausente todo el metraje, él con hinchado, abotargado y con más rimmel en los ojos que ella, cosa harto difícil per se. Su primer encuentro en el tren es casi de humor cutre, pretendiendo clacicismo: cuánta sobreactuación del señor Depp, cuánta impostada frialdad de la "actriz?" señora de Pitt.
Le siguen una serie de peripecias por la bella Venezia -de largo, lo mejor del film-, con polis supranacionales idiotas empecinados, policías locales corruptos o ineptos y una especie de romance impostado que no se lo cree ni mi hija de seis años. Por momentos se espera la aparición de los Hombres G para rematar el sainete, pero no, los gondoleros se salvan del escarnio de vérselas con David Summers&Co.
Para rematar la faena, la cosa es un remake de una interesante película francesa, pero muy de "adaptación libre". Vamos que compramos los derechos y hacemos lo que nos sale de los mismísimos con la historia.
Muchos por aquí la ponen entre lo peor que se hizo en el año 2010, y debo decir que no recuerdo ninguna película de su segmento -presupuesto etc- tan malo en lo que va de siglo.
Avisados quedan queridos filmaffiniters.
Nota: 3,05.
spoiler:
Cuando el personaje de Depp pone pie en Venezia y no se le ocurre decir más que "obrigado" al pobre maletero del hotel, la risa floja se adueñó del salón. Esbozos de sonrisas debido a la vergüenza ajena también en la cena del tren debido al maquillaje de ambos protagonistas, en las estúpidas persecuciones -estas creo que sí se buscaban por parte del director- por los tejados y canales venecianos, y en las idiotas declaraciones de amor hechas a las 10 horas de conocerse ambos esperpénticos personajes protagonistas.
Nuestro 007 apareciendo un minuto al final de la película, tampoco tiene ningún sentido salvo amistad entre el director y señor Dalton. Tampoco el cara palo Sewell tiene un papel acorde a su supesta categoría y me inclino a creer también en una amistad que obligue a ello.
Para el final dejo a Bettany, que consiente en ser el tercero en la memez, pero el primero en estupidez dentro de una dura competencia.