A mi, en el fondo, me da lo mismo porque no soy especialmente fan de las películas de ciencia-ficción / futuristas / distópicas. Pero parece que las ideas están flaqueando y se apuesta todo a la tolerancia de nosotros los sufridos espectadores ante cualquier diatriba new age que se le ocurra al iluminado de turno.
Además, empieza a haber referentes canónicos del género, y se homenajean -sustituir por plagian- con escaso rubor e inmisericordia. Encima Netflix lo hace sin disimulo y en cualquier tipo de película, dado que la premisa es hacerlas a toda velocidad; eso sí, con una pátina de calidad mínima y con un par de actores con tirón.
Garland perpetra una historia con presunta densidad filosófica de reflejos y duplicidades refractarias con la colaboración de la siempre arriesgada Portman, secundada por el carapalo Isaac y la rescatada por Tarantino J.Jason Leigh.
No pude evitar notar el aroma "meetoo" en las aventureras aguerridas, oportunismo aferrado a la actualidad del momento,y la sensación de mascletá fallera del final me dejó más frío que pasar el invierno en Soria en chanclas y bañador.
El egoísmo teñido de pena de la protagonista no me permite empatizar con la peripecia que vive, y el aislamiento desde el que relata lo ocurrido está sobado y casi diría que suena a broma reiterativa.
En fin, si te gustan este tipo de pelis tipo Alien sin alien, o Blade Runner sin replicantes, pues igual te satisface. Todo muy Nueva Ola, y luego a ponerse a Deep Forest, Enya o Apollo440 hasta que te sangren los oídos.