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España España · barcelona
Voto de avanti:
6
5,4
170
Documental Cortometraje sobre la llegada del Circo Americano a Madrid, que fue para Berlanga una práctica del curso 1949-1950 en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. (FILMAFFINITY)
19 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis García Berlanga rodó un breve documental : El circo, durante el curso 1949-50 como alumno en prácticas del tercer curso de cinematografía en el I.I.E.C. El trabajo de digitalización de la única copia conservada por la Filmoteca Española, supervisado y aprobado por Berlanga, hizo posible que podamos disfrutar de un cortometraje en el que intencionadamente o no, el aplicado estudiante nos muestra a lo largo la cinta gran parte de la iconografía cinematográfica que marcará su producción en las siguientes décadas.

El realizador nos introduce en el corto por medio de una mujer que, tendiendo ropa en una terraza de Madrid en primer plano, hace un giro de 180 grados para dirigir su mirada hacia los trabajadores del Gran Circo Americano que están fijando los anclajes necesarios para la estructura principal, lo que nos lleva a primeros planos y planos detalle del montaje en un barrido posterior hacia la izquierda observando el alzado de los postes centrales por medio de planos generales, contrapicados y plano de seguimiento permitiéndonos ver el armazón final de la estructura central del circo y al propio Berlanga filmando un plano detalle.

Los preparativos nos trasladan a un nuevo plano secuencia para asistir al pegado de carteles sobre paredes ya usadas en anteriores ocasiones, por medio del primer plano, plano detalle y plano contraplano sobre un público expectante donde finalmente puede leer : “Visite el Gran Circo Americano con el Gran Buffalo Bill por primera vez en España”.

De nuevo en el circo asistimos al alzado de la lona que lo cubrirá con vistas alternadas de interior exterior y vista final de circo montado con plano general y últimos detalles con barrido hacia la derecha. La curiosidad de los lugareños es aprovechada por el realizador para mostrar su hábitat natural en el que se desenvuelven: curiosos viandantes contemplando la evolución del circo, trasladándonos de nuevo a su interior donde contemplamos los preparativos del atrezzo que lucirán los artistas en el desfile presentación, un acicalado Buffalo Bill, banda de música, ponis, indios, amazonas a caballo y un largo elenco de artistas que forma la troupe, desfilarán por las calles de Madrid en mitad de la expectación que los lugareños, filmados, entre otros, en espectacular gran plano general, han mostrado hacia la atracción del Gran Circo Americano instalado en el solar de la Antigua Plaza de Toros Goya.

Colas formándose en las taquillas, vendedores de globos y chucherías, algún niño hurgando en sus bolsillos buscando entre sus pertenencias algún dinero que le permita ver la función, encontrándose con un botín de dos perras gordas (monedas de diez céntimos), alguna chapa de bebida con imagen impresa, canicas, un trozo de tiza y un lápiz en plano detalle.

Tras los rituales de montaje y presentación, Berlanga nos muestra en todo su esplendor los diferentes números que componen el espectáculo circense: la Orquesta presentando números musicales con escenografía y evoluciones geométricas, dirigidos por caricaturizados personajes de la historia musical, políticos y algún personaje de comic, con gran placer para el público (entre ellos algún conocido actor del momento), seguido de pájaros voladores, indios, equilibristas, malabaristas, el Gran Buffalo Bill, patinadoras, lanzadores de cuchillo, payasos, espectaculares números sobre bicicletas, malabaristas y saltimbanquis que nos lleva a una nueva demostración de la orquesta y un público marchando satisfecho mientras que parpadea hasta su apagado final el luminoso que anuncia el espectáculo: CIRCO.

Con este breve pero intenso documental de casi 19 minutos, Berlanga asienta las bases de su cine para las siguientes décadas en rodaje, escenas corales así como para la variopinta y berlanguiana ‘patulea’, como diría el personaje patriarca Don Fernando (Fernando Fernán Gómez) en Moros y Cristianos (1987), tan propia en su filmografía. Una oportunidad única para adentrarnos en los orígenes que germinaron felizmente en tan singular director de cine que lo fue desde el mismo momento en el que un buen día rodara El Circo.
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