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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
8
Comedia. Romance Adaptación de una comedia de Shakespeare. El Príncipe Don Pedro de Aragón (Denzel Washington) regresa victorioso de una batalla acompañado de su hermano bastardo Don Juan (Keanu Reeves), de Benedicto (Kenneth Branagh) y de Claudio (Robert Sean Leonard), un joven florentino que ha sido colmado de honores por el gran valor mostrado en el campo de batalla. Son recibidos con gran regocijo por el caballero Leonato, que vive con su hija Hero ... [+]
20 de marzo de 2011
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nadie se le escapa la absoluta devoción de Kenneth Branagh por William Shakespeare, famosísimo autor del que ha adaptado numerosas obras. Con “Mucho ruido y pocas nueces” se estrenaba como director, siendo también guionista, además del actor principal.
Desde el mismo comienzo, que abre con una estimable estampa pictórica de la Toscana italiana, se advierte un film memorable, ocioso, y distinguido. Un estupendo entretenimiento.

Branagh filma con gran pericia una comedia sobre las distintas maneras de entender el amor, con simpáticos enredos y malentendidos. Dos historias de amor, una más pasional e inocente y otra más adulta y experimentada. Una y otra se complementan a la perfección.

Las interpretaciones son fantásticas. Desde el propio Branagh, que compone un arrollador Benedicto, pasando por un gran debut de Kate Beckinsale (la sufrida Hero), mi admirado Denzel Washington que se adapta como pez en el agua a una película de época (a pesar de la sorpresa de su elección) y una alucinante Emma Thompson, absolutamente en estado de gracia, en la película en la que, seguramente aparece más bella y seductora. Por aquel entonces, pareja en la vida real de Branagh, algo que se refleja en la complicidad de sus interpretaciones.

Pese a ser un director debutante, Branagh es un actor experimentado, por lo que muestra su buen hacer tras la cámara. La narración es vigorosa, con un ritmo alegre que nunca decae y unos diálogos sencillamente brillantes. La puesta en escena tiene su cenit en la escena final, en un alarde de ingenio. Vista muchos años después no ha perdido un ápice de frescura y vitalidad.
Gabriel Ufa
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