Drogas, violaciones, asesinatos y extorsión en un instituto de un barrio bajo de Bogotá, un lugar en el que los jóvenes se ven avocados a delinquir, a traicionarse, y donde sobrevivir no es fácil. Este es el argumento de la película colombiana, donde al más puro estilo de Mentes peligrosas, una nueva profesora que llega al lugar intentar aportar algo de luz a unos jóvenes más preocupados en escuchar rap callejero y en intentar escapar de una extraña organización llamada La mano negra que quiere limpiar las calles.
El problema de la cinta, que de por sí podría tener un argumento entretenido, es que es bastante caótica, no se entienden bien muchas de las acciones y es que ni el guión está bien perfilado, ni el montaje (desastroso) ayuda a poner algo de coherencia interna una historia donde la violencia parece gratuita y más aún los actos de amor que se producen inexplicablemente después de esa violencia. Los personajes tampoco están muy logrados y de las interpretaciones, la única más loable es la de la profesora (Julieth Restrepo) mientras que a todos los jóvenes alumnos les falta bastante. Las situaciones de violencia son excesivas, inapropiadas y por tanto poco verosímiles, pero lo peor de todo es que apenas sabes el porqué, no se explica y todo parece responder a la fácil explicación de que es la vida normal del barrio.
Sin demasiada destreza técnica en ninguno de los ámbitos cinematográficos, realmente lo único que se puede destacar de la película es su afán de denuncia social, un bagaje bastante escaso.