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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
9
Comedia. Drama La película consta de seis episodios que alternan la intriga, la comedia y la violencia. Sus personajes se verán empujados hacia el abismo y hacia el innegable placer de perder el control, cruzando la delgada línea que separa la civilización de la barbarie. (FILMAFFINITY)
15 de octubre de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar ha estado más presente que nunca en la última edición del festival de Sitges. Aunque sea indirectamente. Primero, tras deshacerse en elogios hacia Carlos Vermut y su Magical girl, “la gran revelación del cine español en lo que va de siglo”. Alabanzas del manchego que llegan justo días antes del estreno simultáneo de su última adquisición, una Relatos salvajes que llega precedida de una enorme campaña a favor. Y no es para menos. En un gesto solidario, imprevisto para sus detractores, Almodóvar invita “vehementemente” y en carta abierta a ver los dos filmes, proyectados ambos en el certamen fantástico. Imprescindible recomendación.

Los hermanos de El Deseo han puesto el ojo en un joven talento argentino, Damián Szifrón, que con su tercer filme se ha abierto de par en par las puertas del cielo. O más bien del infierno, porque esta antología sobre las miserias mundanas traspasa los límites de la corrección y se coloca en un oscuro, absolutamente placentero, extremo en el que no hay lugar para el decoro. Un descenso a las profundidades de nuestro lado más irracional que convierte a Un día de furia en un mero juego de niños.

Porque esta especie de mujeres y hombres al borde de un ataque de nervios no recurre al humor costumbrista de la obra emblemática de Almodóvar sino a un humor negro, negrísimo que la convierte en una experiencia mucho más hilarante. Cada uno de estos seis salvajes relatos, con la desesperación como único nexo en común, representa una pequeña obra de arte, en la que guión y puesta en escena andan perpetuamente de la mano. Como un perfecto matrimonio.

La historia de apertura ya es absolutamente brillante. Mediante un diálogo de lo más ingenioso, los pasajeros de un avión van descubriendo poco a poco que les une algo más que el lugar de destino. Y lo que comienza como un apacible viaje termina derivando en un episodio de histeria colectiva desternillante. Los aplausos en el auditorio del hotel Melià de Sitges no se hicieron esperar. El público intuye desde el primer momento que asiste a una gozada inmejorable.

El gran reto de un filme dividido en seis cortos es mantener el interés del espectador a lo largo de todo el trayecto. Sin embargo, Szifrón consigue que todos y cada uno de los relatos no tengan desperdicio, desde el que sigue a los títulos de crédito en un bar de carretera (con una fantástica Rita Cortese) hasta la guinda de pastel nupcial que cierra la cinta, con otra mayúscula Erica Rivas. Aunque el capítulo más redondo es el que protagoniza Leonardo Sbaraglia en una carretera desértica que ríete tú de El diablo sobre ruedas. El absurdo de la violencia cotidiana elevado a la enésima potencia.

Relatos salvajes es un fantástico decálogo contra la compostura, una inteligente locura que caricaturiza la jungla que en realidad se esconde tras nuestra aparente sociedad civilizada. Una sátira sobre la sinrazón humana absolutamente paradójica. Mientras el común de los mortales nos deleitamos con este ensayo sobre nuestra propia estupidez, rabiamos de envidia hacia su creador. Envidia y celos por no disponer de una mente privilegiada, la de Damián Szifrón, que desborda talento e ingenio en cada fotograma.
polvidal
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