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Voto de Strhoeimniano:
10
Documental En Uganda, una nueva enmienda permitirá castigar a los homosexuales con la pena de muerte. David Kato –el primer hombre de Uganda en “salir del armario”- y sus compañeros activistas trabajan a contrarreloj para derrocar esta legislación mientras luchan para sobrevivir a las continuas persecuciones. Pero nadie, ni siquiera los directores/productores, está preparado para el fatal asesinato que llevará al movimiento a su auge y se ... [+]
6 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobrecogedor y espeluznante documental de la periodista Katherine F. Wright y la cineasta Malika Zouhali-Worral que muestra la desesperada situación de la comunidad gay y lesbiana en Uganda, uno de los infiernos de odio e intolerancia en el continente africano. El título hace referencia al nombre en jerga que se les da a los homosexuales en este “cristiano” país. La justificación para realizarlo es la amenaza de una nueva “ley contra la homosexualidad” que establece penas de prisión e ¡¡incluso de muerte!! para estas personas, con una avenencia total por parte del resto de la sociedad, y una complicidad radical por parte de las autoridades religiosas y políticas, auténticas engendradoras de este odio, que completan unos medios de comunicación rendidos a esa orgía de rencores. A partir de esta excusa, la cámara de estas cineastas nos sumerge en los momentos previos a esta aprobación siguiendo la LUCHA (y esto hay que ponerlo en mayúsculas, pues la situación no puede ser más bélica para este colectivo) de unos cuantos líderes locales que intentan frenar esta flagrante violación contra los derechos humanos.
Lo primero que puedo decir de este documental es lo incómodo que resulta de ver. La razón es la honestidad con que las cámaras de estas cineastas retratan ambas orillas. Por una parte, nos presenta a una serie de líderes locales que nos contarán no solo su historia (trágica siempre), sino también ese presente por el que luchan para conjugar un futuro mejor; a la vez que también pasan por el objetivo toda esa grey de líderes religiosos, políticos y mediáticos que vomitarán su ODIO sin ninguna clase de escrúpulos. Lo bueno de este acercamiento es que lo realizan sin tener un propósito definido, sino dejándose ir por ese presente violento que los va llevando y que llegará a alterar incluso la realización del propio documental. El documental se centra fundamentalmente en la figura de David Kato, seropositivo y la primera persona en Uganda en reconocer públicamente su homosexualidad y decidir luchar por la dignidad de este colectivo, pues como muy bien dice: “Si nos seguimos escondiendo, dirán que no estamos aquí”. Su historia, a nuestros ojos occidentales, no puede ser más dramática, pero es una cuenta más en ese rosario de atrocidades al que se ve sometida la población homosexual en un país que es copartícipe de esta barbarie. Así, tenemos también la historia Naome, una lesbiana activista, que nos contará con toda crudeza cómo fue su despertar sexual y como fue sometida repetidas veces a una “violación terapéutica,” con consentimiento familiar incluido, con el ánimo de apartar de su cuerpo la orientación sexual que sentía. Cuando escuchas sus testimonios y ves su presente, el sentimiento que nace en ti es de una admiración profunda por estos héroes que, sin que la justicia haya reparado sus heridas, se levantan cada día entre amenazas para continuar con una misión que harán que sean referentes, a nivel mundial, en su lucha por los derechos humanos.
Desde esa honestidad de la que hablaba antes, el documental también cede su espacio a la “otra parte.” Todos/as sabemos que la homofobia existe, pero la que asoma por este documental no contiene esa sutilidad tan presente en Occidente, por lo que cada secuencia, cada testimonio, llega a ti con la violencia incolume, sin ningún tipo de autocensura por parte de sus protagonistas, y es recibida como un golpe que te deja ko. Y claro: lo que ves, te asombra. Recuerdo que cuando vi este documental no dejaba de pensar: “¡Esto es increíble! ¡No puede ser! ¿Cómo puede existir gente que opine y actúe así…?” Pero así es. Ahí están: desde líderes religiosos (confirmando en este documental la complicidad y culpa tanto de la Iglesia católica como anglicana en esta persecución y eliminación, ya que esta agresión no existía en África), políticos (alucinante el testimonio del responsable de esta nueva ley), y hasta mediáticos, pues en Uganda se pública “Rolling Stone,” un “periódico” que día a día llevará (delatará) a portada a personas acusándolas de ser homosexuales y pidiendo que las cuelguen. Este testimonio es particularmente aterrador, pues no sólo llegan a publicar sus nombres y fotografías, sino que también dan sus domicilios o los acusan (por supuesto sin ningún tipo de prueba) de estar detrás de un repugnante atentado de Al Qaeda.
Lo hermoso de este documental es que sobre toda esa atrocidad que muestra, hay una energía maravillosa que sobrevuela ese horror en una apuesta decidida por la vida. Así, hay momentos que sólo pueden ser calificados de bellos: las secuencias de David Kato con su madre, o apoyando a otras activistas; las pequeñas celebraciones realizadas en la clandestinidad, la dignidad que se impone a golpe de sentencia contra la publicación “Rolling Stone”; incluso toda la secuencia del entierro, pese al escándalo que supone la intromisión de los “salvadores” del alma que los siguen persiguiendo hasta después de muertos, es un espléndido himno a la dignidad y la lucha.
En resumen, una película sensible y sensibilizadora, que nos presenta a un HÉROE que no tenemos que inventar porque existió; sino lo crees, mira “Kuchu,” una obra necesaria que termina siendo, nada más y tampoco nada menos, que una obra maestra.
Strhoeimniano
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