Esta serie la descubrí por casualidad. Y en inglés con subtítulos pequeñitos, para que me resultara menos atractiva. Craso error. Ya desde el episodio piloto uno se engancha de mala manera a estos encantadores ladrones-timadores y a sus elaboradísimos golpes para restablecer la justicia en el mundo. O por lo menos en una parte de ella. Aunque mantiene un hilo argumental que se va definiendo a medida que se va acercando el final de la temporada (dado su gran éxito en EE.UU se está rodando una segunda), cada capítulo puede verse casi independientemente. Y algunos, de verdad, son antológicos. No solamente se disfruta viendo cómo elaboran y llevan a cabo sus trabajos, lo que a mí más me atrapó fue su sutil humor, que avanza capítulo a capítulo, irónico y socarrón, que ya quisiera para sí muchas de las pretendidas comedias que inundan nuestras cadenas.
Junto con Perdidos, Life on Mars, Fringe y Whitechapel, entra directa al top ten de mis series favoritas del último lustro. Muy muy muy muy recomendable.
Por cierto, en la sinopsis de la serie aparece catalogada como drama. Nada más lejos de la realidad. Solo lo es el suceso que da inicio a todas las aventuras. Comprobadlo