Esta obra en cuatro piezas de Ventura Pons deja un cierto sabor agridulce, tanto por la temática que aborda (esencialmente dramática) como por los resultados (en líneas generales en muy contadas ocasiones sobrepasa la superficie). Tiene una abusiva voz en off que subraya un carácter poético o filosófico de las relaciones de pareja que escasamente se adivina en las tres historias que plantea, es decir, carga sobre unos personajes demasiado inexpresivos o mal trazados unas reflexiones que les son ajenas, no hay empatía entre ambos senderos expresivos. Además (y nunca pensé que lo diría) resulta también excesiva la carga musical del por otra parte grandioso Carles Cases que para mas inri acompaña el sufrimiento de los personajes con un aire de bossanova que ayuda más al desconcierto. Es destacable eso sí, por encima de Coronado, Sánchez Gijón y el resto del reparto la interpretación de la argentina Cecilia Rossetto, tal vez el único personaje con verdadera miga y casualmente el único oasis cómico entre tanta tragedia insulsa.