El film sigue el esquema de "Short cuts" en el mundo de la escena parisina. Así pues como pasa en el 99% de este tipo de películas unas historias tienen más gancho que otras y unos personajes tienen más encanto que otros. En este caso hallamos a una Cecile de France "amelizada" es decir, deliciosamente simpática y adorable (casi hasta el límite de lo soportable), a una Suzanne Flon en su testamento cinematográfico interpretando a la abuela de la primera, a una histérica Valerie Lemercier como actriz de teatro, a un gran Albert Dupontel (tal vez el mejor personaje de la función) y hasta un Sidney Pollack metido en traje de actor haciendo, cómo no, de director norteamericano célebre de paso por París buscando talentos. El problema del film es que resulta dificil entrever entre tanta escena correcta algo de genial, de fascinante por lo que recordar la película o de empatía al nivel al menos de la que provocaban Binoche y Reno en "Jet Lag" anterior film de Thompson. A todo esto hay que añadir una acertadísima y hermosa creación musical de Nicola Piovani (en su linea) y una serie de temas clasicotes de Aznavour y Becaud. Vamos, que no está mal, pero de Oscar ni nominación...