Debut en la dirección de la actriz Helen Hunt ante el cual uno entra con miedo y sale levemente espantado. No estamos pese a lo que pueda parecer ante un pastelón romántico, hay amor y desamor cierto, pero no se abusa mucho de los caminos de siempre. Lo que si falla es la definición de los personajes, no se acaba de entender porqué Colin Firth tiene unas sacudidas estrafalarias ni cómo es el de Matthew Borderick, auténtica rara avis sin personalidad apenas. Y para colmo, si, Bette Midler que encima se semidesnuda. Entre medio, y como todo va envuelto en un ambiente judio, aparece de repente por la puerta del hospital el médico y uno se pregunta "¿No es ese Salman Rushdie?". Pues sí, debut también en la interpretación del escritor indio. En fín, que esta función es más un melodrama romántico con una más valorable interpretación de Hunt que en su faceta de realizadora, que no depara muchas sorpresas más allá de que no es la tontería que uno cree adivinar al principio. Pero le falta profundidad, riesgo, emoción, originalidad... Demasiadas cosas como para que la vayamos a recordar alguna vez en nuestra vida.