Dentro de lo desconocida que nos resulta en general la cinematografía noruega el nombre de Bent Hamer empieza a ser algo reconocible, gracias a que se estrenaron sus "Kitchen stories" y su visión de Bukowski acertada en líneas generales de título "Factotum". Su nuevo trabajo es un pequeño largometraje de sin embargo amplios horizontes, es decir, su historia es mínima, un señor se jubila de su trabajo como maquinista de tren y deambula entre encuentros fortuitos más o menos simbólicos dentro de ese devenir sin rumbo conocido de su nueva vida sin ataduras laborales. Es allí donde "O'Horten" tiene una buena baza, en ese aparente minimalismo argumental, pausado (tal vez demasiado pausado) con pasajes y personajes de interés de los que, no obstante, no parece conseguir extraer todo el potencial que se podría. Hay dos secuencias hermosas, las que suceden entre Odd y un niño y entre Odd y Sissener conduciendo a ciegas por Oslo. Pero también hay esquemas forzados como sobre todo, su desenlace del que nada diremos para no aguar la fiesta. Acierta en su duración pero la caracterización del veterano Bard Owe (al que vimos en "Torremolinos 73") es demasiado fría, tanto como los paisajes nórdicos y cuando quiere pasarse a la ternura es demasiado precipitado e ilógico.