La información que sobre Batato nos ofrece este documental es exhaustiva, no solo por el largo metraje, dos horas y media, sino también por la gran cantidad de material fílmico original que se presenta; no en vano los directores disponen del legado en imágenes del payaso poeta travestí argentino. Es tal esta cantidad de imágenes que los directores no dudan en dividir la pantalla en varios cuadros, o en sobreimpresionar imágenes, para que el espectador conozca todo lo posible a este artista. En verdad Batato no fue un artista excepcional, ni como payaso, ni como poeta, pero si fue alguien que vivió una vida excepcional que puede interesar a mucha gente. Y no por las cosas que le hubieran podido ocurrir en su vida, sino por como vivió lo cotidiano. Cierto es que Peter Pank fue amigo y compañero de Batato, por lo tanto no nos extrañe que el documental trate con tanto cariño a este personaje argentino. La forma del documental, en cuanto a la presentación de entrevistas y la mezcla con vídeos que Peter Pank posee dejados en herencia por el propio Batato, es quizás lo más interesante, y lo es de tal forma que las dos horas y media se hacen cortas porque te atrapa la vida, parte de la vida de este artista, y como en un drama quieres llegar al final, aunque ya sepas cual será ese final.