Sobre un guión correcto, sin que llegue a destacar por su originalidad, se realiza una película que busca el interior del protagonista, escondido por unos hechos desafortunados, por una familia represiva, y por una sociedad que no podía entender la homosexualidad en el ejército estadounidense. El esquema del guión es simple pero efectivo: un viaje para comunicar la muerte de un amigo común a los que fueron compañeros en el ejército y en cada parada, en cada encuentro, unos recuerdos relatados y un pequeño flash back que van haciendo que el protagonista se descubra a sí mismo. La historia es la historia del viaje, pero la idea es descubrir que ocurrió en la vida del protagonista. No hay grandes interpretaciones, pero si correctas, y como al protagonista le gusta y sabe cantar, además de formar parte de un grupo vocal, la buena música va sonando por una razón u otra en el viaje, y especialmente al final de dicho viaje. No entra a indagar demasiado en las personalidades de los secundarios, coartífices de lo ocurrido, pero deja suficientes indicios de que son personajes que todos hemos conocido alguna vez. Como hay una intriga planteada desde el principio, el espectador busca la solución en el discurrir de las imágenes y eso hace entretenida la película a la par que interesante.