Con un guión así no se puede conseguir gran cosa, sobre todo con una dirección bastante inexperta y unos intérpretes que parecen sacados de una función escolar. Lo más interesante entonces es la utilización de recursos técnicos que de vez en cuando despiertan al espectador del sopor en el que se va sumiendo en cada secuencia. Por ejemplo, la cámara busca ángulos difíciles y experimentales, alejándose de la posición a la que nos tiene acostumbrados en la mayoría de las películas. Unas veces está a ras de suelo y otras se eleva por encima de los actores o se esconde detrás de algún objeto. La utilización de un gran angular en los espacios cerrados también da lugar a curiosas imágenes. Y los espejos, podría decirse que es la película de los espejos y así algunas secuencias casi se desarrollan como un reflejo en un espejo, siendo el espejo distorsionador de la cocina, frente al frigorífico, un hallazgo bastante interesante. Todos estos artificios apenas tienen algún significado en la historia y es una pena que no haya buscado algo más significativo con esas ideas. También es verdad que la historia de una adolescente que va descubriendo su lesbianismo en la atracción que siente por su mejor amiga, si no tiene algún aspecto más original, tampoco llega a interesar al espectador, ni siquiera introduciendo un asesinato para dar algo de intriga.