Los gestos, las miradas, las órdenes, las sonrisas de Rod Steiger, son el indicativo de una buena interpretación que se ve bien arropada por los demás actores, hasta por la sobriedad de John Phillip Law que parece que no se entera de las intenciones del sargento. Sin duda, la dureza de un militar que tiene que ocultar su homosexualidad ante los soldados que tiene a su mando, y la ternura de un hombre enamorado de verdad de uno de sus soldados, son sentimientos que pueden resultar exagerados en un actor cualquiera, pero aquí, Rod Steiger manifiesta todos los matices entre esa dureza y la ternura, inmerso en el ambiente militar. Desde luego está para darle el oscar, al cual no optó en 1949 y se lo dieron a Cliff Robertson por su papel en “Charly”, también merecido. Si yo fuera profesor de interpretación en una escuela de cine, utilizaría esta película para enseñar a mis alumnos como un actor debe expresar sus sentimientos y como debe pasar de uno a otro, aunque sean aparentemente opuestos, como es del “amor” a la “venganza”. Ver llorar a Rod Steiger es uno de los momentos cumbre de la interpretación en la historia del cine. Creo que es por el tema de la homosexualidad, y que además sea un militar el homosexual, lo que hizo que esta película no se promocionara como merece. El guión es bueno, con lo que solo falla la dirección para conseguir una gran película. John Flynn no sabe obtener de ese guión y de esos intérpretes una sucesión de imágenes que determinen una obra del séptimo arte y se limita a juntarlo todo como un buen artesano pero sin ninguna calidad artística. La recomiendo muy encarecidamente.