El cine siempre ha recurrido a la comedia para llegar al espectador con toda clase de temas. Solo se necesita un buen guión y un director que tenga el valor de considerar que los espectadores inteligentes no son siempre individuos sesudos que todo lo pasan por el prisma de la filosofía, de la psicología o de la alta cultura. Hay espectadores capaces de reír con las situaciones cómicas bien hilvanadas, sin chabacanería ni acritud. Yo ya se que toda la historia que nos cuenta la película tratada como una unidad real es difícil de creer, pero si miramos la vida a trozos y en diferentes personas si podremos ver cada uno de los apartados que la película trata. Técnicamente la película es perfecta y se agradece una iluminación que define bien todos los elementos del encuadre y un sonido que según el momento y el lugar hace entrar al espectador en situación. Si ven esta película observen con que delicadeza y cierto punto de comicidad introduce el director la música de “Una furtiva lagrima” de Donizetti. Y no me olvido de los actores que llevan cada escena a su punto cómico adecuado sin histrionismos y en particular Fanny Ardant, Eva en la película, capaz de aglutinar a todos los demás personajes en torno a ella. Si van a verla antes libérense de todo prejuicio: sobre las locas, sobre los heterosexuales, sobre el matrimonio, sobre la maternidad… y hasta los prejuicios que puedan tener frente al SIDA. En los dos momentos que el director toca este tema lo hace con muchísimo cariño y respeto sin olvidar que el espectador está viendo una comedia. Me lo he pasado muy bien.