Los israelíes están haciendo películas muy interesantes sobre la homosexualidad, el lesbianismo, o la transexualidad. Y me extraña en sobremanera ya que la religión, su religión, es muy estricta en estas materias. Sí es cierto que están tratando estos temas con mucho respeto y en absoluto frivolizan, aunque a veces puedan darle a sus películas un aire de comedia, y hasta musical. En la época de la adolescencia, sin duda, es mejor vivirla como un heterosexual que si has llegado a la convicción de que eres un homosexual. Y en la juventud se tienen sueños que algunas veces se convierten en realidad, que tendrás que descubrir luchando por ello. La juventud es una fiesta donde puedes encontrar el amor. Y por fin se alcanza la madurez, donde las cosas no son exactamente como uno pensaba que iban a ser, pero pueden ser buenas si has encontrado a la gente que te quiere y te has encontrado a ti mismo y te quieres. De todo esto trata esta serie de cuatro episodios sobre la vida de Meir que trata de encontrar a su madre. Meir está muy bien interpretado por Ido Rosenberg, que pasa de joven con deseos de vivir, a un homosexual que asume su ser con toda naturalidad, y a una drag queen de éxito que deslumbra en el escenario, o en la pantalla, donde se integran determinadas canciones para contarnos la historia. En particular la interpretación del grupo de drags queens en el entierro de su compañero y amigo, es muy emotivo. Lo extraño es que esta miniserie para televisión tuviera tanto éxito en Israel.