El guión es de una simpleza apabullante y cuatro frases sobre la juventud, que pueden ser sacadas de cualquier pensador más bien mayor, no son suficientes para hacerlo interesante. El director, en este caso es además el guionista, ha hecho una realización simple y de aficionado que te va llevando por la historia como si estuvieras leyendo una mala novela. Las escenas están absolutamente separadas y distanciadas de manera que el relato va como dando saltos: ahora vamos de picnic y te cuento lo del libro, ahora estamos en una discoteca donde se conocen Quentin y Samir, ahora estamos un grupo de amigos en casa de Julie, ahora… y así sucesivamente. Cuando no es así, son los mismos protagonistas los que aprovechan para contar algo que ha ocurrido quitándole al espectador la posibilidad de conocer ese hecho con imágenes, pues estamos hablando de cine. Es más, cuando se hace alguno de esos relatos la forma de expresión de los personajes es tan plana que parece que lo están recitando de memoria. Sin duda un mal doblaje también influye en considerar esta película de poco interés.