No es otra película sobre el SIDA sino un magnífico documental sobre el movimiento que se produjo, y que todavía actúa, para luchar contra el Sida y sus enormes consecuencias en muertes humanas. No se dirige a la población en general para que tomen medidas para evitar el contagio, sino que se dirige a las industrias farmacéuticas y a los responsables políticos para que se investigue más y mejor, y que los resultados ya obtenidos puedan aplicarse a toda la población, y en particular a los infectados por el VIH, bajando los precios de los medicamentos y haciéndolos asequibles a toda la población. Es desgarrador ver como gente infectada y casi seguros de no sobrevivir a esa plaga del SIDA se organizan y actúan por conseguir sus objetivos. Me ha llamado la atención la poca solidaridad que había al principio con los enfermos, considerados unos apestados que podían trasmitir sin más la enfermedad. Solo de pasada toca el tema de la iglesia católica y su negativa a que se use el condón como método preventivo. Deja un mal sabor de boca porque vemos que la batalla no está del todo ganada, pero abre puertas a la esperanza viendo como hoy día se puede considerar una enfermedad no necesariamente mortal, como se consideró al principio.