¡Qué verborrea!¡Qué cantidad de diálogo! ¿Cuándo se darán cuenta algunos directores que el cine se basa en la imagen? El tema es muy interesante y no siempre afrontado con sinceridad en el cine, cuando un auténtico bisexual se debate en la duda de a quien entregar su amor, porque el sexo sale simplemente con la situación, pero amar es otra cosa. Todo esto es lo que yo deduzco después de haber visto la película, ¿o ya lo sabía antes? Si me paro a pensar en lo que he visto diría que no he visto más que actores moviéndose por la pantalla, y bastantes desnudos, pero nada de lo que he visto me ha llegado a la conclusión anterior. Quizás han sido los diálogos, ¡son de una profundidad! ¿O no son más que una boutade a la que nos tienen tan acostumbrados los franceses? Me inclino por lo segundo. Y, así como yo, durante toda la película los personajes están diciendo que sí, pero no, que esto es blanco y ahora digo que es negro, que subo pero me bajo, que una cosa y la contraria. La cuestión es no dejar de hablar. Claro, los actores son bastante buenos y pueden decir tanta tontería sin equivocarse y para que el espectador piense. Pero llega un momento en que el espectador, al menos a mi, le sale humo de la cabeza y está deseando que acabe la película para tomarse una aspirina. Pero mira por donde llegamos al final y ¡qué bien!