Estamos ante una de esas películas típicamente francesas. ¿Qué hacen los franceses para dar su toque característico a la mayoría de sus películas? La historia nos cuenta… No nos cuenta nada la historia de la película en imágenes, sino lo que va narrando, del presente y del pasado, la pesada de Lucie en una voz en off que incluye continuamente “reflexiones” filosóficas, las cuales pensará el director que le dan categoría de arte a su ramplona realización. La estructura formal de la película es un continuo ir hacia delante y un volver atrás en el tiempo, para lo cual muchas veces es necesario contar el número de chicos protagonistas que hay en el plano: si son cuatro, estamos en el pasado, y si son tres, estamos en el presente, siempre que no aparezca Paul, que se distingue perfectamente del resto. Uno podría dedicarse a contar las secuencias de esta película porque se sale de lo normal la gran cantidad de ellas, eso si, la mayoría de dos y tres planos cada una, con lo que el espectador va algo perdido recorriendo la narración. Tampoco es tan complicado, hay que buscar al asesino. En resumen, película sobre los beneficios del incesto, hay que aceptarlo todo, pero aquí no hay incesto “ni na”, solo la aproximación y reconocimiento del cuerpo de un hermano y una hermana. Una película de esas que no sabes a quien recomendar; así qué ¡suerte!