Menos mal que sólo ha durado 6 capítulos, sino es posible que la hubiese dejado de ver. Porque después de empezar tan bien como empezó todo se queda en una sucesión de acontecimientos muy plana con una carencia alarmante de zombies. Si todo parece que se va a convertir en un Gran Hermano post-apocalíptico en donde los eliminados son ocasionalmente devorados por los "walkers" zombies.

El episodio piloto presentaba una trama apasionante, con una multitud de muertos reanimados y un protagonista amnésico que no sabía que había ocurrido para que todo haya pasado así. Curioso resulta que lo más interesante que sucedía era cuando el protagonista vagaba cual llanero solitario por las deprimentes carreteras del estado que cuando se encontraba con el resto de la tropa de supervivientes.

Y es que estos personajes son planos planos planos. Solo deseaba que apareciese un zombie de vez en cuando para comprobar que no había mucha diferencia entre ambos, solo la existencia de un cerebro que dejaba mucho que desear. Por quedarme con alguien lo hago con el protagonista, y por sus primeros capítulos, luego se pierde entre el tono general de desencanto.

Vamos con la respuesta al título de la crítica. ¿Qué está pasando? La respuesta es NADA, no pasa nada. Ya me lo habían advertido pero en 6 capítulos no es lógico que todo se desarrolle de forma tan pausada, a no ser que hayan pensado hacer una segunda temporada con la cuál deleitarnos a todos (esperemos que esa segunda temporada realce el vuelo, aunque si ya era lenta con 6 capítulos, los 13 que tendrá la segunda veremos como son). Los 4 últimos capítulos se pueden resumir en 2 tranquilamente (o menos).

Espero que a los guionistas no les entre una fiebre repentina.