"Super 8" y ahora "Stranger Things" intentan poner de moda el cine ochentero estilo "Los Goonies", "Cuenta Conmigo", "Poltergeist" o "Una Pandilla Alucinante".

Tanto Super 8 como ésta "Stranger Things" patinan en lo más importante: la historia. Son huecas, tienen algún momento relevante, pero el resto es un cúmulo de giños "fanservice": esa constante búsqueda de comicidad con el público adulto que una vez disfrutó de los productos realizados por Spielberg, Zemmekis, Reineer, etc, etc...

La música casiotone ochentera no está mal, la estética muy conseguida y los momentos de misterio consiguen engancharte en continuos "cliffhanger" que luego no van a ningún lado. El guión está mal escrito y los personajes son planos a excepción de algún que otro atisbo de lucided entre tanto ir y venir interdimensional rollo Silent Hill.

Y no se trata de buscar tres pies al gato a una historia bastante vista ya, el problema radica en que la serie no pasa de ser una excusa para escupir guiños sin sentido a X-tro, E.T., La Cosa o Alien. Los creadores, emborrachados en su propia orgía friki, se limitan a hacer un producto sin alma, esmero o mínima coherencia narrativa.

En resumen: sólo falta que aparezca Eddie Murphy y emita su mítico "¿Pastel de Culo?" del Chico de Oro, pero sin sentido. Sólo para decir que la nueva serie es la más ochentera del año 2016