Decía aquel eslogan eso de que "No te haces más viejo, te haces más sabio"... Viendo con la siempre cruel perspectiva que da el tiempo ésta serie, he de reconocer que David no sólo venció a las polillas que acartonan los viejos recuerdos. En vez de eso, cuando revisitas la serie, percibes en cada capítulo un mimo y un acervo por contar una historia de calidad para niños y adultos. Convirtiendo la serie en un clásico para los que nacimos en los 80'.

David el Gnomo supo imbuir el acervo y el espíritu constructivo, imaginativo y soñador de toda una generación, ahí donde comienzan a formarse los valores y las identidades, una simple serie de dibujos animados consiguió eso sin pestañear y sin convertirse en un tostón infumable. Todos los capítulos son entretenidos y los personajes te atrapan y se hacen querer, hasta el punto que su epílogo final, traumatizó a una generación entera de la misma forma que hiciera el entrañable Chanquete.

Pero para la historia quedaron los cientos de aventuras frente a los malvados y torpes trolls, la batalla contra las arañas, entre otras muchas.

La realización es estupenda: canciones y melodías inolvidables y una calidad en el dibujado de los capítulos que, a pesar de los años, sigue conservando su estilo y lustre.

Fue tal el impacto de esta serie, que hasta una conocida marca de galletas sacó una maqueta de la casa de David el Gnomo bastante cuidada para los estándares de la época.