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Voto de Leba:
10
6,7
1.909
Drama
Narra la historia de amistad y amor entre dos chicos, muy amigos entre sí, en una pequeña población islandesa. A medida que uno intenta ganarse el interés de una chica, el otro descubre nuevos sentimientos hacia su mejor amigo. (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2017
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hjartasteinn no es una película de amor tanto como de amistad. Amistad puesta a prueba por muchas razones: violencia intrafamiliar, una banda de matones, la típica cerrilidad de un pueblito rural y, entre estas el despertar sexual de ambos chicos donde uno sucede que es heterosexual y el otro comienza a sentir una atracción homosexual hacia su amigo.
Escribo este texto habiendo visto la película íntegramente en islandés, no entendí ni pío de lo que decían y sin embargo, comprendí todo el discurso de la película. ¿Por qué sucede esto? Porque no solamente hay un bien cuidado guion sino un excelente uso del lenguaje cinematográfico para poder contar una historia empleando imágenes y sonido (no únicamente diálogos).
El ejercicio de ver la película sin traducción alguna es muy interesante para evaluar —a juicio personal, vamos, no soy autoridad— el engranaje de los recursos de los que los responsables se valieron para contar una historia. Aquí está el primer gran acierto de esta película: privilegiar los encuadres, los sonidos y el montaje de estos por encima (muy) del diálogo.
No quiero decir que el diálogo se redujera al mínimo, pero no es imprescindible para una comprensión cabal de la obra como conjunto. Se puede deducir, debido a las imágenes que se suceden, que como correspondencia a estas los diálogos en gran cantidad son soeces.
Este es el segundo acierto de la cinta: el tratamiento visual. Imperan las imágenes de aspecto más bien naturalista, con cámara en mano, luz natural, las tomas de noche o lugares cerrados son oscuras (tal vez demasiado), para acentuar la naturaleza terrenal de la historia y la narración; abrazando el realismo en ocasiones. Atención a la brutal escena inicial.
El estilo visual de la película funciona y se fusiona con su tratamiento dramático. Logra así visual y dramáticamente momentos descarnados y paradójicamente momentos emotivos y sensibles; el director prefiere no refugiarse en iluminaciones y una paleta de colores demasiado elaborada y prefiere recorrer el camino de los protagonistas pintando con un lienzo de colores cotidianos esas calles, esas casas, esos paisajes y esos rostros, sobre todo esos rostros.
(El resto de este texto de opinión continúa en la zona de spoliers, no porque destripe la película sino porque prefiero ser precavido).
Escribo este texto habiendo visto la película íntegramente en islandés, no entendí ni pío de lo que decían y sin embargo, comprendí todo el discurso de la película. ¿Por qué sucede esto? Porque no solamente hay un bien cuidado guion sino un excelente uso del lenguaje cinematográfico para poder contar una historia empleando imágenes y sonido (no únicamente diálogos).
El ejercicio de ver la película sin traducción alguna es muy interesante para evaluar —a juicio personal, vamos, no soy autoridad— el engranaje de los recursos de los que los responsables se valieron para contar una historia. Aquí está el primer gran acierto de esta película: privilegiar los encuadres, los sonidos y el montaje de estos por encima (muy) del diálogo.
No quiero decir que el diálogo se redujera al mínimo, pero no es imprescindible para una comprensión cabal de la obra como conjunto. Se puede deducir, debido a las imágenes que se suceden, que como correspondencia a estas los diálogos en gran cantidad son soeces.
Este es el segundo acierto de la cinta: el tratamiento visual. Imperan las imágenes de aspecto más bien naturalista, con cámara en mano, luz natural, las tomas de noche o lugares cerrados son oscuras (tal vez demasiado), para acentuar la naturaleza terrenal de la historia y la narración; abrazando el realismo en ocasiones. Atención a la brutal escena inicial.
El estilo visual de la película funciona y se fusiona con su tratamiento dramático. Logra así visual y dramáticamente momentos descarnados y paradójicamente momentos emotivos y sensibles; el director prefiere no refugiarse en iluminaciones y una paleta de colores demasiado elaborada y prefiere recorrer el camino de los protagonistas pintando con un lienzo de colores cotidianos esas calles, esas casas, esos paisajes y esos rostros, sobre todo esos rostros.
(El resto de este texto de opinión continúa en la zona de spoliers, no porque destripe la película sino porque prefiero ser precavido).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Me enternece el camino de Thor y Christian, pero, antes de continuar, me parece imperante volver a resaltar que considero esta película una coming of age sobre la amistad, no una película gay; las películas gay están construidas con otros códigos. Lo que importa aquí son las primeras exploraciones sexuales de los chicos, al principio como mero juego de hombría a ver quién aguanta más dejando que el otro le toque la entrepierna entre dos amigos enamorados platónicamente; luego las chicas, lo mero bueno para uno y (aquí es cuando nos damos cuenta) un obstáculo para el otro que comienza a sentir por su amigo algo más que amistad.
Ambos varones, la testosterona empuja y no cede. Excelente introducción del carnero macho que enloquecido por la temporada de celo mata a los demás, no queda opción más que despacharlo por su eminente agresividad. El pobre Christian está reflejado en él. Otro espejo es la experiencia primera en la relación sexual. La de Thor, consensuada, satisfactoria, romántica, liberadora; y la de Christian que la buscó, pero no pudo llegar a ser.
La construcción dramática de la película es más bien sutil, pero clara (tercer acierto). Esto puede tomarse como una ausencia de giro o puede ser que para algunos la historia no avance, difiero. La película podría muy bien haber acabado después de la funesta primera pijamada de los chicos y las chicas si Thor hubiese decidido por pena no volver a intentar nada, Christian lo motiva a continuar aún sabiendo que de esta forma su amigo estará más cerca de la chica y más inalcanzable para él. Thor accede para empujar la historia hacia adelante y para mala suerte de Christian cuyo conflicto se agudiza.
En cuanto a la resolución, he aquí el único simbolismo enteramente pensado para abordar el tema de la homosexualidad de Christian (si se ve desde la óptica de él, también puede verse desde la de Thor): el pez que después de una experiencia cercana a la muerte que por suerte queda apenas vivo y ahora se tiene que enfrentar solo a un vasto y oscuro mar, es una bella metáfora para el personaje de Christian y una especie de conclusión esperanzadora si se piensa en la correspondencia de los primeros fotogramas de la película con los últimos.
El director nos dice que todavía queda mucho por recorrer para que un jovencito gay pueda transitar sin mayores sufrimientos su etapa de crecimiento y autodescubrimiento; especialmente en zonas rurales. Suena a cliché, pero los clichés existen porque los podemos ver a diario.
Un beso de amistoso cariño en la frente para decirse adiós, ambos peces saben que recorrerán caminos diferentes en un océano de incertidumbres. Concisa, coherente y bella historia.
Ambos varones, la testosterona empuja y no cede. Excelente introducción del carnero macho que enloquecido por la temporada de celo mata a los demás, no queda opción más que despacharlo por su eminente agresividad. El pobre Christian está reflejado en él. Otro espejo es la experiencia primera en la relación sexual. La de Thor, consensuada, satisfactoria, romántica, liberadora; y la de Christian que la buscó, pero no pudo llegar a ser.
La construcción dramática de la película es más bien sutil, pero clara (tercer acierto). Esto puede tomarse como una ausencia de giro o puede ser que para algunos la historia no avance, difiero. La película podría muy bien haber acabado después de la funesta primera pijamada de los chicos y las chicas si Thor hubiese decidido por pena no volver a intentar nada, Christian lo motiva a continuar aún sabiendo que de esta forma su amigo estará más cerca de la chica y más inalcanzable para él. Thor accede para empujar la historia hacia adelante y para mala suerte de Christian cuyo conflicto se agudiza.
En cuanto a la resolución, he aquí el único simbolismo enteramente pensado para abordar el tema de la homosexualidad de Christian (si se ve desde la óptica de él, también puede verse desde la de Thor): el pez que después de una experiencia cercana a la muerte que por suerte queda apenas vivo y ahora se tiene que enfrentar solo a un vasto y oscuro mar, es una bella metáfora para el personaje de Christian y una especie de conclusión esperanzadora si se piensa en la correspondencia de los primeros fotogramas de la película con los últimos.
El director nos dice que todavía queda mucho por recorrer para que un jovencito gay pueda transitar sin mayores sufrimientos su etapa de crecimiento y autodescubrimiento; especialmente en zonas rurales. Suena a cliché, pero los clichés existen porque los podemos ver a diario.
Un beso de amistoso cariño en la frente para decirse adiós, ambos peces saben que recorrerán caminos diferentes en un océano de incertidumbres. Concisa, coherente y bella historia.