Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sociotecólogo:
10
Drama Hacia 1930, en un pequeño pueblo de Jutlandia occidental, vive el viejo granjero Morten Borgen. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con Inger, tiene dos hijas pequeñas y espera el nacimiento de su tercer hijo. Johannnes es un antiguo estudiante de Teología que, por haberse imbuido de las ideas de Kierkegaard e identificarse con la figura de Jesucristo, es considerado por todos como un loco. El tercero, ... [+]
20 de octubre de 2009
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo una debilidad profundamente arraigada por las películas cuyo argumento gira sobre crisis religiosas o en su defecto, sobre la búsqueda de un sentido que vaya más allá de la estricta y casi siempre tediosa realidad. Siempre he pensado que películas como “El séptimo sello” o “La pasión de Juana de Arco” son filmes que trascienden cualquier tipo de ideología, creencia o imaginario, pese a tratar temáticas propias de la tradición judeocristiana y que en el fondo, no son más que simples excusas. Lo realmente importante en estas historias es la noción de trascendencia, la firme convicción de que existe algo más, algo sublime, profundo y hermoso, algo capaz de transformar completamente nuestra noción del mundo y aún así, dotar de sentido nuestra realidad y el devenir de nuestra existencia.

Es paradójico que me apasionen este tipo de películas, ya que no soy creyente y la idea de un Dios no me convence en lo absoluto. No puedo concebir que pueda existir un Dios tan cruel e injusto como para permitir tanto dolor, tanta falta de respeto por la vida, tanto miedo. Aún así, puedo decir que hace mucho que no lloraba tanto con una película como lloré con Ordet. Me conmueve profundamente pensar que el amor pueda ser capaz de vencer a la muerte, aquella muerte que en mi condición de no creyente es tan absoluta, invencible, irrevocable. Sé que cuando muera perderé para siempre lo que más quiero, se que ese momento llegará y no habrá luces celestiales, tan sólo una infinita y tranquilizadora oscuridad. Pero qué hermoso (e ingenuo), suponer que habrá un nuevo encuentro, una nueva oportunidad, un nuevo comienzo. Mi nombre es Nelson, muchas gracias por haber leído mi crítica.
Sociotecólogo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow