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Voto de Kevin Laden:
3
6,0
151
Drama
Un arabe y un judío viajan en el mismo vagón de un tren de metro y se miran con desconfianza; de repente la desconfianza se transforma en complicidad solidaria, aunque sea solo por causa mayor. Los dos jóvenes de repente están motivados por el miedo a superar sus prejuicios raciales y el odio cuando de pronto se encuentran frente a una banda de skinheads. El corto precede a la película del mismo título (2007). (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gusta que me engañen con trucos y sentimentalismos, por eso no me gusta este corto, digno de un trilero emocional. Porque el corto nos está mandando un supuesto mensaje contra la intolerancia, ¿no? Lo digo para adelantarme a los que me acusen de retorcido, o me digan que estoy politizándolo. Por favor, ¡el corto ya está politizado! El árabe representa a los Territorios palestinos, mientras que el hebreo representa al Estado de Israel. Hasta ahí bien. ¿Pero no os parece un argumento tramposo?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Vamos a ver, parece que los judíos tienen automáticamente el perdón asegurado y nuestra eterna empatía debido a que ellos sufrieron el horrible e inhumano holocausto nazi. Y llegan los nazis al vagón y ya dices, "pobrecitos, ahora los dos son víctimas." Obviamente, si eso fuera una situación real en un vagón de metro real, claro que lo serían. Pero, no olvidemos que la historia lleva de fondo un mensaje. Al principio, entre miradas de soslayo por encima del periódico y bravuconadas con la Estrella de David, nos viene a la mente de manera inevitable lo que muchos califican de "conflicto árabe-israelí". Pero llegan los "pelaos" de turno y a la vez que las miradas de los dos protagonistas se tornan cómplices y las de los nazis se posan inmediatamente en el chico árabe, las nuestras nos remiten al horror de la Solución Final. El chico judío esconde su colgante y disimula, pero le suena el móvil y parece que a los skins les suena la melodía. ¿No es el Hava Nagila, conocida canción tradicional hebrea? Ahora las miradas de los armarios empotrados se posan en el pobre chico, y nosotros ya nos hemos olvidado de Israel y Palestina.
Cuando ambos logran huir dejando atrás a sus perseguidores y, cada uno desde un lado de las vías le muestra una mirada cómplice al otro, ya estamos conmovidos del todo ante la visión de dos personas que han dejado atrás sus diferencia. Ya hemos olvidado todo lo que teníamos que olvidar. Por no hablar de todo lo que el cortometraje israelí ha obviado, como la ocupación despiadada de los Territorios palestinos, o la eliminación sistemática de su cultura, o las bombas de racimo, el gas mostaza, las vejaciones, los checkpoints o las escuelas y hospitales arrasados por el fuego. Porque, no nos llevemos a engaño, aquello no es un conflicto religioso, sino una guerra política de ocupación que lleva más de 40 años existiendo. Ahí no hay reconciliación posible, como no se devuelvan a los palestinos los territorios robados, y ni aún así será restaurado todo el mal que se ha hecho.
Cuando ambos logran huir dejando atrás a sus perseguidores y, cada uno desde un lado de las vías le muestra una mirada cómplice al otro, ya estamos conmovidos del todo ante la visión de dos personas que han dejado atrás sus diferencia. Ya hemos olvidado todo lo que teníamos que olvidar. Por no hablar de todo lo que el cortometraje israelí ha obviado, como la ocupación despiadada de los Territorios palestinos, o la eliminación sistemática de su cultura, o las bombas de racimo, el gas mostaza, las vejaciones, los checkpoints o las escuelas y hospitales arrasados por el fuego. Porque, no nos llevemos a engaño, aquello no es un conflicto religioso, sino una guerra política de ocupación que lleva más de 40 años existiendo. Ahí no hay reconciliación posible, como no se devuelvan a los palestinos los territorios robados, y ni aún así será restaurado todo el mal que se ha hecho.