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Voto de John Giraldo:
5
Drama. Comedia. Intriga Salvador se levanta muy temprano y comienza a trabajar en su parcela como un día cualquiera, un domingo de elecciones. Es un campesino humilde, pero obstinado y escéptico, que hace poco caso de la algarabía y el alboroto que se ha armado en el pueblo alrededor de la reñida elección del alcalde. Pero su rutina cambia sorpresivamente: durante la madrugada alguien ha entrado en su terreno y ha arrojado varios cadáveres, que se amontonan ... [+]
17 de julio de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El fin ¿el fin? Es quizás, de todos los que la hicimos, una indignación frente a lo que está pasando”.
Carlos Moreno
Aquí se ríe uno hasta con la muerte, ¡afortunadamente!
Álvaro Rodríguez

Por: John Harold Giraldo Herrera
[email protected]

Un muerto insepulto es una tragedia doble, pero una pila de muertos -50 o 500- quizás es un desborde de irracionalidad, una infamia, una desgracia, una masacre, una barbarie, un acto simplemente incómodo en Colombia. Una cifra más. Con unas atmósferas pesadas, llenas del sopor del Valle, en las tierras de la caña de azúcar, un campesino bizco, que primero se le ve ostentando un acto sexual con su mujer, luego encontrará en un recorrido que hace una especie de instalación de muertos. Así empieza la segunda película del cineasta Carlos Moreno, el mismo que en 2008 levantó polveras por Perro come perro.

La película, como lo explicó Moreno en su estreno en Cartagena, nació de una crónica periodística publicada en el Valle, pero nunca se publicó: “en un municipio del Valle había una carretera que dividía a dos municipios, y en ella aparecieron unos muertos y ninguno de los dos alcaldes quería hacerse cargo de la situación porque iba a empañar las estadísticas de alguno de los dos”. Ahora las atrocidades de la guerra en Colombia, nos muestran el horror. Con una mezcla de teatro, una comedia negra –uno nunca logra reírse durante la película pero sí horrorizarse- y un tema difícil, esta película es de las más atrevidas en Colombia en la temática y la cual corre muchos riesgos para retratar lo que son unos muertos que nadie quiere reconocer.

Hay presagios como en la obra de Santiago Nasar el mismo de Crónica de una muerte anunciada. Hay un halo inexplicable en ese campesino –Salvador-, a quien lo carcome el miedo, la desazón, el horror, el absurdo. Hay una idea de justicia, desvanecida, empobrecida y derruida cuando sus deseos de comunicar la barbarie encuentran en los representantes de la instituciones –Alcaldes y comandantes de la Policía- una burla y una incomodidad, el uno le dice al otro que porqué “lo encartaron” con esos muertos. Todos tus muertos resultan de nadie, pero ocupan un espacio prolongable, inquietante y molesto para el espectador. Hay una idea de innovación, pero ganan los muertos, se mezcla la metáfora con la realidad, los muertos son los protagonistas esenciales, pero quien sostiene la trama es Salvador. Resulta predecible, causa indignación desde luego, ya no es denuncia, solo metáfora. Con la metáfora se produce una efecto fuerte, cobra valores inexplicables, tiene un arsenal de significación, pero divaga, los muertos pueden ser los espectadores: quedan petrificados y ya no pueden decir.

Sigo en spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Giraldo
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