La nueva película del Sean Penn director pretende luchar frontalmente contra los estereotipos de las películas románticas o las simples aventuras africanas y, en el intento, acaba convirtiéndose en una de las películas más cursis sobre romances africanos. Nada en “Diré tu nombre” funciona como debería, ni incluso esa parte de denuncia social que queda ahogada por una historia de amor innecesaria y mal explicada. Absolutamente todo es un error, desde el enfoque de los actores, a un guion desequilibrado (y con unos diálogos vergonzosos), pasando por el ritmo, el tono e incluso esa molesta fotografía que juega con los desenfocados en las escenas intimitas como si de un filtro de Instagram se tratase. ¿Cómo es posible que cuatro actores de la talla de Bardem, Theron, Reno o Harris estén tan despistados como sobreactuados? La incapacidad de encontrar el menor atisbo de química entre Bardem y Theron (además de la cursilería de es parte de la narración) destruye la historia romántica. Y, a su vez, la historia romántica destruye la parte de denuncia que hay en todo esto (y que parece el motivo principal para rodar un despropósito como “Diré tu nombre”. Y el problema mayor, de guion, es que nunca sabes hacia dónde va, no sabes que cuenta ni como lo cuenta. Pierde el rumbo en el minuto 1 y nunca lo recupera. ¿Cómo puede ser que un tipo tan capaz como Sean Penn de dirigir buenas historias o entender a los actores, haya hecho una película tan terriblemente equivocada? Una oda a la cursilería enmarcada en un escenario terrible. Como si pretendiese que ese exceso de azúcar ayude a entender (o digerir) lo que cuenta sobre el terrible fracaso humanitario en el continente africano. ¿En serio te puedes equivocar tanto? Pues sí: Sean Penn se ha equivocado. Y mucho.