Atípica película costarricense que muestra la catarsis existencial del joven pintor Daniel (Abelardo Vladich), drama psicológico que parte del conflicto que tiene el protagonista tras la muerte de su abuela, acontecimiento que le hace emerger el recuerdo de sus padres quienes fallecieron cuando era un niño, más que emerger lo que sucede es que se enaltece dicho evento del pasado y su presencia le hace perder la razón y la lógica.

El film se desenvuelve en gran parte con una narración atemporal que salta constantemente en el tiempo, que recurre al flashback como recuerdos del personaje, cuestión que marca un paralelismo con lo desmoronada que está su mente (y que va avanzando progresivamente), lo que a su vez va más allá de su imaginario y se traslada a su alrededor, con el reducido grupo de personas con la que tiene relación alguna.

Espejismo es una apuesta arriesgada por parte de su realizador, muy personal en el sentido de que además firma el guion y es productor del film, gusta porque no concede facilidades al espectador el cual deberá ir pensando la obra conforme lo que va viendo, tiene giros bien interesantes que van forjando su devenir, despedaza a su protagonista en ese viaje introspectivo que lleva.

Aunado a esto, la película visualmente está muy bien hecha, son los puntos más altos la fotografía a cargo de Luis Salas, que por momentos es espectacular, y la musicalización de Edín Solís que también cumple a cabalidad y que se compenetra muy bien con las imágenes. Algunas tomas muy elaboradas que destacan bastante esmero y planos cenitales bien ejecutados.

En cuanto a la trama, si vale aclarar que le faltó madurez al guion, creo que esa es una palabra acertada, tal vez más revisión, hay elementos muy constantes (todo lo que sucede en la playa o el protagonista en la tina), que a fin de cuentas terminan perdiendo fuerza, porque de primera mano se sobreentiende que son vitales para el film y lo que se quiere contar, pero su utilización es excesiva, incluído el cierre que es muy redundante, como que se quiso mostrar tanto que no se supo por dónde y cómo entrarle.

Así mismo, lamentablemente las actuaciones son de los fallos más evidentes, el problema mayor es que por momentos se antojan antinaturales, demasiado forzadas y diálogos muy pensados, lo que le restan fuerza al relato por el simple hecho de que el elenco es la cara de la obra, y si hay fallos cuesta un tanto creer lo que el director intenta vender.

Más allá de sus virtudes y sus defectos, hay que alabar la dedicación y esfuerzo de José Miguel González por realizar este film, director joven que tiene todo un camino por delante para llenarse de experiencia e ir mejorando poco a poco. Sin duda vale la pena la recomendación de Espejismo, no por el hecho de apoyar el cine nacional (asunto cansino que ya se debe superar), sino porque es una obra que a pesar de sus fallos logra sostenerse.