La humanidad comienza a verse afectada por una serie de padecimientos que poco a poco hace que las personas vayan perdiendo los sentidos. Es así como se va viendo con el pasar del metraje como van desapareciendo el olfato, el gusto, el oído y la vista.

Es importante aclarar que esta pérdida de los sentidos se va dando en lapsos de meses, por lo que las personas, luego del caos previo comienzan a acostumbrarse a su nueva condición, por qué la vida continúa, así sin más.

En todo este ambiente aparecen el chef Michael y la epidemióloga Susan, que comienzan a forjar una relación amorosa a pesar de todo lo que sucede a su alrededor y en sus vidas, parece que nadie se salva de la epidemia.

Si bien la trama pareciera poco creíble, Mackenzie nos va vendiendo de a poco una historia que la desarrolla muy bien, nos va envolviendo en ese pánico y ese caos que traen consigo los contagios, así como cierta belleza que por momentos logra mostrar a pesar de lo fuerte del contenido.

Prácticamente no hay gobiernos dictando órdenes, no hay ejércitos volando bala a donde sea, no hay héroes, no hay malos, apenas y hay teorías, que terminan siendo solamente eso, teorías en general sin mucho fundamento.

El clímax sobre el final es soberbio, alcanzado de una forma genial y atractiva, no creo que vaya a pecar de cursi, ni mucho menos. Dos detalles, primero la voz en off y el paso de imágenes conforme va consolidándose la epidemia es una genialidad, muy bien logrado, segundo, McGregor muy bien, Green no tanto.

Atractiva y diferente película que me deja lleno de sensaciones (curioso ¿no?).