Ania (Lilith Stangenberg) es una joven con una vida que pareciera no llevar ningún norte, su trabajo y relaciones personales se encuentran en un estancamiento y un desencanto emocional que la llevará a un brusco cambio, esto en la figura de un poderoso lobo, motivo del excesivo giro que se tornará en un viacrucis de decadencia física, mental y sexual, pero que significará su liberación.

Tercera incursión como directora para la berlinés Nicolette Krebitz, quien también se sirve como guionista de este drama psicológico con alto contenido erótico y sexual, en la figura de una joven que, en lo poco que se muestra antes de la aparición del lobo, se visualiza atada, desilusionada y sin poder sobresalir.

Un trabajo agobiante con muy sutiles muestras de acoso, atención a la relación con sus compañeros varones, ni que decir con Boris (un excelso Georg Friedrich) su jefe que tiene un comportamiento extraño hacia ella, ambivalente. La frustración sexual de la protagonista se refleja en estas dos situaciones, más aún si se piensa en el encuentro que tiene con Boris que termina siendo un fracaso frente a lo que ella puede conseguir sola.

Wild padece el problema de que estas ideas previas a la aparición del lobo (que es el primer giro argumental del filme), no se desarrollan de forma buena, son muy escuetas, no hay una introspección sobre Ania y la brusquedad de lo que viene posteriormente no se percibe de forma muy acertada. Los excesos son bien presentados, el problema no es mostrar esto, sino que el argumento nunca termina de ser convincente.

Por este motivo el filme queda a medio camino, con un mensaje de liberación femenina interesante pero que puede perderse por la forma en cómo se presenta, excesiva, agreste, sangrienta y por supuesto, salvaje.