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Voto de Austeriano:
8
Drama El gran misterio de la religión cristiana sigue siendo aún hoy la traición de Judas Iscariote, a su maestro, Jesucristo. A esta incógnita se enfrentó Rafael Gil y un equipo de producción en el que se encontraba Rafael Rivelles, quien encarna la figura de Judas. El actor se mueve como pez en el agua, ante personaje de tan magna envergadura, y reinterpretando un episodio de la historia del Nuevo Testamento que convulsionó de tal forma a ... [+]
10 de abril de 2013
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A cuantos se les ha pasado por la cabeza contar la historia de Jesús desde el punto de vista de Judas? Solo esta ocurrencia ya es motivo de un profundo interés ya que el juego que puede dar es infinito desde un punto de vista cinematográfico.

¿Y quien me iba a decir que disfrutaría de planos dignos de Orson Wells o incluso de Dreyer, con una fotografía espléndida, y un diseño de producción por momentos tan vasto como el de una película péplum de Hollywood, impensable para una producción española de la época?

Judas, como buen ser humano racionalista, como en un principio muestra esta película, no se fía de las habladurías entorno a un supuesto mesías que lleva a cabo milagros en distintos lugares, por lo que decide verlo con sus propios ojos. En una tierra repleta de falsos profetas, donde el pueblo está vacunado contra rumores de hechos divinos, llama la atención que un solo hombre, de un día para otro, acumule adeptos e incluso discípulos hasta el punto de que el escéptico de ayer, es profundo creyente hoy.

El beso de judas es la búsqueda de un hombre de la VERDAD; y, una vez encontrada, ni aun teniéndola en las narices, puede aceptarla por chocar con el raciocinio. El misterio en la búsqueda es constante, donde la regla de 'sugerir pero no mostrar' suma un peso enorme al morbo de que se nos muestre aquello que se nos oculta. Cada plano es espléndido, y cada rostro esconde una historia, algo que incluso a los maestros de nuestros días (Scorsese, Spielberg, etc.) ya se les ha olvidado plasmar. Si en vez de ser Rafael Gil el director hubiese sido un genio contemporáneo de su época italiano o francés, El beso de judas estaría en las videotecas de eruditos y cinéfilos de todos los países.

Una joya a rescatar.
Austeriano
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