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Voto de Peter Gabriel 77:
9
Intriga. Thriller. Cine negro Franck Poupart es un neurótico vendedor de poca monta, que vive en un siniestro suburbio de París. Su vida cambia cuando conoce a Mona, una adolescente cuya tía la ha obligado a prostituirse. A partir de ese momento, Franck se propone cambiar de vida, sobre todo para rescatar a Mona de la odiosa tutela de su tía. Pero parece que el asesinato es la única vía para conseguir tal objetivo. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2010
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me tocaba la bragueta, que no mojaba la florida funda de mi sofá, que no aplaudía de este modo en la soledad de mi comedor, tan a menudo similar a la del corredor de fondo, si hablamos de soledades. Conviene recordar de tanto en tanto que uno no está solo, que la demencia está ahí fuera, que las flores, la primavera y las fundas de los sofás se ríen de nosotros. Hacía bastante tiempo que andaba detrás de esta adaptación de la, dicen algunos, y yo no podría estar más en desacuerdo, mejor novela del gran Jim Thompson, ese coloso absoluto e infravalorado, por parte de Alain Corneau, un tipo al que le tenía cierto aprecio por los dos más que estimables polares que he visto de él: Police Python 357 y Le Choix Des Armes, ambos con Yves Montand y ambos imprescindibles si uno disfruta del hedor a brie en estos fregados. Pero con esta maravilla se ha ganado un rincón en el cielo a perpetuidad. Desde el inicio, con esa secuencia en la que se ponen todas las cartas boca arriba, y que me imantó al personaje y a la actuación de ese verdadero monstruo que responde al nombre de Patrick Dewaere, y hasta los créditos, cuando finalmente me soltó, zarandeado y feliz, esto no es una película, esto es tuttifrutti, que diría el gran calavera de Buñuel. Plagada de secuencias desquiciadas, enfermas y anárquicas, refleja y amplifica la insania cómica, el espíritu turbio del universo Thompson, que aquí es más grotesco que turbio. Pero repito, la actuación de Dewaere monopoliza la película de manera aplastante, amenazando con convertirla en un one man show, en el grand guignol noire que es, cosa que Corneau maneja con bastante tino. En este aspecto recuerda, como comenta de refilón otro camarada en la licorería, al Audiard de De Latir Mi Corazón Se Ha Parado y su buen hacer a la hora de poner en escena a Romain Duris, otro que se come la pantalla a bocados en la susodicha, sin permitir que devore la película. Aunque aquí Corneau da mucha más cuerda a un Dewaere desbocado y esquizofrénico que ofrece una verdadera bacanal para los amantes de las actuaciones histriónicas, watts y demás detractores del Pacino de Scarface abstenerse. A mí, que disfruto a rabiar con estos paquetes marcados cuando hay un talento detrás del exceso, se me agotaron anoche los calificativos. Memorable el momento, uno de tantos en realidad, en el que en uno de su soliloquios dislocados, le espeta a su mujer, sin venir a cuento para nada: " ¡¡Se quedan despiertos toda la noche ensayando métodos para mearme encima!!". Tremebundo, qué manera de apabullar. Dewaere for president, señores.
Peter Gabriel 77
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