Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Peter Gabriel 77:
9
Drama Roslyn Tabor (Marilyn Monroe), una joven que llega a Reno (Nevada) para divorciarse, conoce a un viejo vaquero (Clark Gable) y decide quedarse unos días en su cabaña. Poco después, él encuentra en las montañas una manada de caballos salvajes y decide capturarlos para vender la carne, contando con la ayuda de un vaquero especialista en rodeos (Montgomery Clift). (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2009
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es entre curioso y bizarro que esta absoluta maravilla no tenga todo el crédito que merece, que tampoco es poco, pero a mi juicio no el suficiente, y lo es más que, sin ir más lejos, en nuestra licorería amiga haya tanto borracho que la infravalore despiadadamente, y es más, adjudiquen al resto de borrachos que flotamos con ella el apelativo de morbosos, como si toda la magia y la grandeza que vislumbramos se debiera únicamente al polémico rodaje y a las funestas circunstancias que la rodearon. De todos es sabido que Gable falleció una semana después de acabarla de un fulminante ataque al corazón. Muchas voces se alzaron en contra de Monroe, que siempre llegaba tarde al rodaje y obligaba a Gable a esperar horas y horas debajo del sol del desierto, fumando cigarrillo tras cigarrillo, e incluso realizando tomas que hubiera debido de hacer un doble, máxime teniendo en cuenta el estado de salud de Gable, pero que acabó por hacer éste último, dicen, de puro aburrimiento. Yo me inclino por pensar que Gable los tuvo bien puestos hasta el final. Pero tampoco faltaron las voces que trataron al propio Huston de asesino, por permitirle rodar esas escenas. Desde luego hubo mucha tela que cortar en ese rodaje, con Arthur Miller, el firmante del espléndido guión, y una Marilyn en las últimas viviendo su propio infierno particular, y Montgomery Clift con el suyo propio, dando sus primeros pasos después del accidente, bañado en barbitúricos y alcohol. Y lo más bizarro de todo es que el propio Huston la considera la película de la que menos orgulloso está, como si no tuviera el tipo verdaderos planchazos en su filmografía. Este sí que es un dato desconcertante, por que ya digo, pocas películas albergan tanta magia, tanta desesperación. La tensión y la inquietud que dominaba las vidas de todos ellos empapó el celuloide y se tradujo en una obra llena de angustia y desasosiego. Las actuaciones de todos ellos son cristalinas, claras, desnudas y sangrantes. Gable desmoronándose borracho en esa secuencia antológica y espeluznante, Clift y Monroe sin poder ocultar todos los tics nerviosos que arrastraban y enriqueciendo involuntariamente a sus personajes con ellos. Los roles están tan bien adjudicados, los planetas se alinearon de tal forma, que no parece que haya actuaciones en esta película, sólo vida, soledad y desesperación. Y luego tiene uno la pluma de Arthur Miller trufando de diálogos, citas y secuencias memorables la función y a Huston plasmando en imágenes toda esa locura. Si es que no se puede pedir más. Bueno, sí, un final más aderezado de cal viva hubiera sido ideal. Miller y Huston tuvieron fuertes discusiones al respecto. Huston quería sangre y Miller quería esperanza. Acabó ganando Miller, y desde luego el final es delicioso, pero tiene uno la sensación de que si Huston se hubiera alzado con la victoria estaríamos hablando de uno de los terremotos cinematográficos más desoladores que nos regaló el Hollywood clásico. Y bueno, de hecho, lo es.
Peter Gabriel 77
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow