Empezaré diciendo que a todos nos gustan las películas de aventuras. Nos gusta imaginarnos en situaciones complicadas, luchas encarnizadas contra los elementos o animales salvajes. Nos gusta pensar que nosotros no actuaríamos como los personajes de la historia, que no flojearíamos ante la soledad, ante unas más que oscuras perspectivas, Nos gusta pensar que siempre mantendríamos la calma, una mente clara que nos llevaría a buen puerto. Pero claro, casi ninguno de nosotros nos encontramos nunca en situaciones como éstas y precisamente por eso nos gustan las películas de aventuras.

Kon-Tiki será para muchos una película de aventuras más del montón pero tiene algo especial. Es cierto que carece de cierta profundidad; los personajes no están bien caracterizados y son bastante planos comportándose de una forma demasiado teatral para añadir superficialmente una dimensión humana. También es cierto que no existe un ambiente de grandilocuencia, de heroicidad, de intervención casi divina, de "Deus Ex Machina" por así decirlo como en otras muchas cintas pero tal vez sea en este punto donde la película gane muchos puntos. Y es que, a fin de cuentas, es una historia terriblemente humana. La obsesión de un hombre y como es capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias sus teorías. No hay que creer en divinidades o milagros, hay que creer en uno mismo y en los cálculos hechos aunque éstos te lleven a errar por el pacífica en una balsa precolombina.

Y eso es lo que hace Thor y lo que da cierta grandeza a esta película (y a la verdadera historia claro) junto a algunas escenas muy hermosas y muy bien filmadas de la deriva, ya sean noches estrelladas o ballenas tiburón rondando la balsa...

En resumidas cuentas, una película interesante que merece la pena y que nos recuerda que gracias a gente como Thor podemos maravillarnos del mundo que nos rodea y nos intriga.