Bruce Campbell dirige y protagoniza una película que es todo un homenaje hacia sí mismo, pero no duda en ridiculizarse. El Bruce de la pantalla es un patético actor de serie B/Z, chulo, creído, machista, alcohólico, borde... incluso bebe alcohol del bebedero del perro a morro!!!

Su agente (Ted Raimi, hermano de Sam) se está tirando a su ex-mujer, y un fan enfermizo le secuestra y le lleva a su pueblo para que interprete al héroe de sus películas y les libere de un sanguinario monstruo. Bruce acepta encantado de que se le idolatre, y de paso intenta hacerse a la madre del chaval. Pero lo que no sabe es que el demonio es real.

Con diálogos divertidísimos y frases para la historia ("¿Desde cuando mi ex-mujer se ha metido a maquilladora?" exclama cuando ve por primera vez al "falso" demonio), el mítico actor sabe reirse de sí mismo y al mismo tiempo mitificarse aún más, rendiendo culto a la Serie-B con Serie-B de la buena. La mejor escena del film, y una muestra más del nulo sentido del ridículo del protagonista, es cuando se da cuenta de que el demonio es real. Enorme.

Guiños a Evil Dead, y divertidos desprecios a sus bodrios más infumables sin vergüenza alguna. Grande Bruce!!