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Voto de Samizdat:
6
6,5
2.950
Terror. Thriller. Intriga
Sam Dalmas, un joven escritor americano, está a punto de marcharse de Roma para volver a Estados Unidos. La noche antes de su marcha asiste a la agresión de Monica Ranieri: alguien la apuñala y desaparece en la oscuridad. El comisario Morosini es encargado de la investigación e informa a Sam de la posible presencia de un asesino en serie en la ciudad: la misma persona que ya ha matado con arma blanca a tres chicas podría haber intentado ... [+]
19 de diciembre de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El pájaro de las plumas de cristal" es el primer largometraje del controvertido director italiano Dario Argento (nacido en 1940). Junto con las dos siguientes películas que rodó, "El gato de las nueve colas" (1971) y "Cuatro moscas sobre terciopelo gris" (1972), conforma la conocida como "Trilogía de los animales": todas ellas son películas pertenecientes al género denominado "giallo", una variante del thriller característicamente italiana que tuvo su iniciador en Mario Bava, y su momento de esplendor en la primera mitad de los 70 (aunque hasta hoy día siguen produciéndose películas de este género en Italia, y aun en España: véase la reciente "Los ojos de Julia"). El "giallo" se caracteriza por ciertos rasgos temáticos: contenido sexual, con especial énfasis en perversiones sexuales de diversos tipos; guiones -no demasiado sólidos, generalmente- cuyo eje es la identificación de un asesino en serie, siempre a cargo de uno o varios detectives aficionados, no de la policía; y crímenes mostrados muy gráficamente. Incluye, además, elementos estilísticos recurrentes, como la cámara subjetiva, desde el punto de vista del asesino, el empleo frecuente del zoom y efectos visuales y sonoros encaminados a añadir dramatismo a la película y a impresionar (y a veces también a embaucar) al espectador.
"El pájaro de las plumas de cristal" participa de todas las características expuestas. Su protagonista, Sam Dalmas (Tony Musante) es un escritor estadounidense instalado provisionalmente en Roma que está a punto de regresar a su país cuando se convierte en testigo de una misteriosa agresión. A partir de ahí se van encadenando los acontecimientos, en una trama sugestiva aunque poco verosímil, que se sigue con agrado si no se es demasiado exigente.
La puesta en escena es muy cuidada. El color es un importante elemento narrativo (por ejemplo, en la escena del encuentro de puligistas retirados), y hay además una iconografía siniestra, con objetos que llaman poderosamente la atención, como esa especie de garra de ave prehistórica que se ve en la galería de arte. La arquitectura tiene una gran importancia: es muy destacable el partido que se saca a las escaleras en dos escenas de la película, plasmando un espacio laberíntico que contribuye a acentuar la sensación de angustia de las víctimas. La fotografía corre a cargo del gran Vittorio Storaro, antes de sus notables trabajos para Bertolucci y Ford Coppola, y la banda sonora nada menos que de Ennio Morricone. El punto débil del filme es, como ocurre en todas las películas del género, el guión. Para disfrutar de la película, es preferible no hacerse demasiadas preguntas, ya que tal vez no se podrá encontrar para ellas respuestas satisfactorias, y recrearse en su belleza visual.
"El pájaro de las plumas de cristal" participa de todas las características expuestas. Su protagonista, Sam Dalmas (Tony Musante) es un escritor estadounidense instalado provisionalmente en Roma que está a punto de regresar a su país cuando se convierte en testigo de una misteriosa agresión. A partir de ahí se van encadenando los acontecimientos, en una trama sugestiva aunque poco verosímil, que se sigue con agrado si no se es demasiado exigente.
La puesta en escena es muy cuidada. El color es un importante elemento narrativo (por ejemplo, en la escena del encuentro de puligistas retirados), y hay además una iconografía siniestra, con objetos que llaman poderosamente la atención, como esa especie de garra de ave prehistórica que se ve en la galería de arte. La arquitectura tiene una gran importancia: es muy destacable el partido que se saca a las escaleras en dos escenas de la película, plasmando un espacio laberíntico que contribuye a acentuar la sensación de angustia de las víctimas. La fotografía corre a cargo del gran Vittorio Storaro, antes de sus notables trabajos para Bertolucci y Ford Coppola, y la banda sonora nada menos que de Ennio Morricone. El punto débil del filme es, como ocurre en todas las películas del género, el guión. Para disfrutar de la película, es preferible no hacerse demasiadas preguntas, ya que tal vez no se podrá encontrar para ellas respuestas satisfactorias, y recrearse en su belleza visual.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Durante todo el filme, Dalmas se interroga sobre lo que ha visto, esforzándose por recordar algún detalle que permita facilitar la captura del enigmático "serial killer", en una serie de breves flashbacks en que volvemos a ver una y otra vez, en cada ocasión con mayor detalle, la agresión inicial (aunque el director se guarda mucho de no mostrarnos el elemento en el que reside la clave del enigma hasta el final de la película). Pero no es la única pista: a lo largo del filme, se encuentran otros datos que es necesario descifrar, como las grabaciones con la voz del asesino, que pueden aportar información importante, o un perturbador cuadro naïf que muestra el asesinato de una mujer.
El uso de la cámara subjetiva es brillante: véase por ejemplo la escena en que se muestra la caída de un personaje al vacío con este recurso, como si fuese el espectador el que estuviese cayendo.
Algo muy característico también del "giallo": el giro final de la trama, con la solución inesperada que el director se saca de la manga, o poco menos: el descubrimiento final del asesino. En esta película, la solución final es muy parecida a la que Mario Bava presentaba en "La chica que sabía demasiado", gereralmente considerado el primer "giallo" de la historia. Y aquí entra, un poco traído por los pelos, el tema de la locura, de la enfermedad mental, un recurso para cerrar las tramas de los thrillers sobreexplotado en los años 60 y 70, seguramente por influjo de "Psicosis", de Alfred Hitchcock. Aquí, como en otros "gialli", resulta desde luego un recurso forzado.
Una curiosidad: el pájaro que da nombre a la película, que supuestamente habita al sur del Cáucaso, y del que solamente se encuentra un ejemplar en Italia, es una invención. No existe el "Hornitus nevalis": el ave que aparece en el filme es una grulla.
El uso de la cámara subjetiva es brillante: véase por ejemplo la escena en que se muestra la caída de un personaje al vacío con este recurso, como si fuese el espectador el que estuviese cayendo.
Algo muy característico también del "giallo": el giro final de la trama, con la solución inesperada que el director se saca de la manga, o poco menos: el descubrimiento final del asesino. En esta película, la solución final es muy parecida a la que Mario Bava presentaba en "La chica que sabía demasiado", gereralmente considerado el primer "giallo" de la historia. Y aquí entra, un poco traído por los pelos, el tema de la locura, de la enfermedad mental, un recurso para cerrar las tramas de los thrillers sobreexplotado en los años 60 y 70, seguramente por influjo de "Psicosis", de Alfred Hitchcock. Aquí, como en otros "gialli", resulta desde luego un recurso forzado.
Una curiosidad: el pájaro que da nombre a la película, que supuestamente habita al sur del Cáucaso, y del que solamente se encuentra un ejemplar en Italia, es una invención. No existe el "Hornitus nevalis": el ave que aparece en el filme es una grulla.