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Voto de Tomine:
6
7,2
37.918
Drama. Intriga
En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
19 de enero de 2010
178 de 243 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director nº1 se sentaba en la mesa de la izquierda, desde donde atendía amablemente a los periodistas. Sujetaba con las dos manos la Palma de Oro, que le habían otorgado unas horas antes. Su blanca cabellera le daba un aspecto de druida ancestral.
- Señor K. ¿De qué trata su película?
- Mi principal objetivo era presentar cómo se interiorizan valores considerados absolutos si son inculcados desde la infancia. De cómo la consideración de un valor o creencia como absoluto, sea este político o religioso, puede llevar al terrorismo y, por extensión, a lo inhumano. Por otro lado, la película, a pesar de desarrollarse en contexto alemán, no habla solamente del nazismo; la interpretación se extiende a una observación crítica del modelo del ideal, pero del ideal pervertido.
El director nº2 se sentaba en el taburete de la derecha, en el otro extremo de la sala de prensa. Respondía las preguntas mientras ordeñaba una vaca, que había sido trasladada al recinto a petición suya. Su blanca cabellera le daba un aspecto de friki anacrónico.
- Señor Y. ¿De qué trata su película?
- Es sobre una mujer en problemas.
- ¿Podría explicarse más?
- No.*
(*) Los personajes y los textos de esta crítica son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura alevosía.
- Señor K. ¿De qué trata su película?
- Mi principal objetivo era presentar cómo se interiorizan valores considerados absolutos si son inculcados desde la infancia. De cómo la consideración de un valor o creencia como absoluto, sea este político o religioso, puede llevar al terrorismo y, por extensión, a lo inhumano. Por otro lado, la película, a pesar de desarrollarse en contexto alemán, no habla solamente del nazismo; la interpretación se extiende a una observación crítica del modelo del ideal, pero del ideal pervertido.
El director nº2 se sentaba en el taburete de la derecha, en el otro extremo de la sala de prensa. Respondía las preguntas mientras ordeñaba una vaca, que había sido trasladada al recinto a petición suya. Su blanca cabellera le daba un aspecto de friki anacrónico.
- Señor Y. ¿De qué trata su película?
- Es sobre una mujer en problemas.
- ¿Podría explicarse más?
- No.*
(*) Los personajes y los textos de esta crítica son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura alevosía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Te veo el plumero, Haneke. Te lo veo mucho. Después de cuatro películas vistas de este interesante y muy capaz director, creo haber llegado a una conclusión: Michael Haneke no es un poeta; es un disertador, un tesista. Lo siento mucho pero este director no me apasionará jamás; no tiene verdadero talento para la imagen, lo que suple (como Lars von Trier, otro buen director, distinto) mediante la violencia emocional (lloros de niños, silencios tensos, conversaciones agresivas en el primero; lloros de adultos, situaciones melodramáticas, violencia/sexo explícitos el segundo). Ha aprendido muy bien la lección y sabe rodar para expresar lo que quiere, lo cual lo convierte, ni más ni menos, en un buen artesano, pero no en un artista. Se le ven demasiado los hilos, adónde te quiere llevar con esa discusión, ese castigo, ese mirar de los niños por la ventana. Se pueden contar historias con mensaje donde éste quede englobado en una totalidad poética y profundamente expresiva (“La conversación”, “Quieto, muere, resucita”, “El tercer hombre”, “La regla del juego”, “La chaqueta metálica” o la –aparentemente- hanekiana “4 meses, 3 semanas, 2 días”, por poner algunos ejemplos de filmes con conclusiones humanístico-políticas). Esa parte poética en Haneke no existe, de modo que lo que debería ser la transmisión sentida de una idea se convierte en un sermón. La cinta blanca no me parece superior en modo alguno a “Funny games”, “Código desconocido” o “Caché”. Se mantienen sus virtudes y sus defectos, aquí mostrados en un contexto muy premiable y potencialmente obramaéstrico (blanco y negro, 1ª/2ª Guerra Mundial). Al salir del cine, pude leer en un artículo colgado en la puerta que Michael Haneke es el heredero directo, entre otros directores, de Carl Theodor Dreyer. A esto me refiero. Me hubiese gustado que, además de ciertas ideas sobre la puesta en escena, hubiese heredado del danés lo intransferible, lo que no se aprende: la capacidad de hacer llorar a la imagen, de hacerla sentir.