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Voto de Variation74:
9
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Drama
Occidente (Denis Lavant) yace pasmado, ni un pestañeo le permite el letargo espiritual en el que ha caído desde que tiene razón. Pareciera que sus últimas fuerzas las gastó en desplazarse a Marsella, legendario puerto, boquete de entrada y fuga de Francia, cuna del raciocinio. Acaso Occidente esté retomando bríos; mientras tanto, al fondo el mar y el cielo del Mediterráneo vaticinan la llegada. Un monje budista (Lee Kang-sheng), bella y ... [+]
23 de marzo de 2014
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llamaremos Xuanzang al caminante que viaja (¿a qué velocidad?) desde el Hong Kong de Walker hasta la Marsella de Journey To The West. Viendo su lentísimo periplo por los paisajes de Occidente, se nos ocurren algunas ideas:
- No es lo mismo la lentitud que la lentificación. El monje camina muy despacio, lo que no es igual que caminar a cámara lenta. Este cambio de perspectiva, que se formula con una reducción al absurdo del propio acto de caminar, es fundamental. Supone no que podamos ralentizar un gesto que posee una duración natural predeterminada, sino que la duración es cosa nuestra, se la imprimimos nosotros. No somos, por tanto, del todo esclavos del tiempo sino que conservamos cierta capacidad de decisión sobre él.
- El monje es protagonista, sí, pero no. Desde el principio sabemos que no experimentará ningún tipo de evolución. En Walker comía; aquí, como mucho, sube y baja escaleras. Su protagonismo no consiste en que aparezca más que ningún otro en la pantalla, sino en que desencadena toda la acción de la película. Dicho así puede sonar extraño, pero es como sucede: la parsimonia de Xuanzang posibilita la celeridad del resto. Los brillantes planos urbanos despliegan una multitud de referencias al movimiento y al tiempo (el maniquí, el tiovivo, los vehículos, los pescadores, los comensales, el fumador…) cuya percepción tiene lugar porque la presencia del monje la desencadena. Sin él, que no hace nada realmente, tampoco ocurriría, a nuestros ojos, nada alrededor.
- No es lo mismo la lentitud que la lentificación. El monje camina muy despacio, lo que no es igual que caminar a cámara lenta. Este cambio de perspectiva, que se formula con una reducción al absurdo del propio acto de caminar, es fundamental. Supone no que podamos ralentizar un gesto que posee una duración natural predeterminada, sino que la duración es cosa nuestra, se la imprimimos nosotros. No somos, por tanto, del todo esclavos del tiempo sino que conservamos cierta capacidad de decisión sobre él.
- El monje es protagonista, sí, pero no. Desde el principio sabemos que no experimentará ningún tipo de evolución. En Walker comía; aquí, como mucho, sube y baja escaleras. Su protagonismo no consiste en que aparezca más que ningún otro en la pantalla, sino en que desencadena toda la acción de la película. Dicho así puede sonar extraño, pero es como sucede: la parsimonia de Xuanzang posibilita la celeridad del resto. Los brillantes planos urbanos despliegan una multitud de referencias al movimiento y al tiempo (el maniquí, el tiovivo, los vehículos, los pescadores, los comensales, el fumador…) cuya percepción tiene lugar porque la presencia del monje la desencadena. Sin él, que no hace nada realmente, tampoco ocurriría, a nuestros ojos, nada alrededor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
- Tsai Ming-Liang acerca y aleja la atención de Lee Kang-sheng e introduce el personaje de Denis Lavant (como seguidor o perseguidor) al tiempo que lo sitúa escondido lejos de la cámara, en un espejo o incluso fuera de campo. Este otro elemento novedoso con respecto a Walker convierte definitivamente al monje en referencia esencial de cada encuadre y el visionado de la cinta en un "buscando a Wally" que invita al espectador a formularse, si aún no lo hubiera hecho, la pregunta por sí mismo.
- Viendo Journey To The West hay que plantearse qué pinta el público en esta propuesta. Somos espectadores privilegiados y sabemos más que cualquiera de los que aparecen en escena. Quedarse en la comparación entre la lentitud de unos y la celeridad de otros es no salirse del rostro de Lavant ni de las calles de Marsella; es no darle la vuelta al guante que nos lanza Tsai Ming-Liang a los que estamos fuera, sentados en una butaca, "encadenados" a la pantalla, impacientes, tal vez, esperando e incluso pensando a una determinada velocidad. ¿Y todo eso por qué y para qué?
- Viendo Journey To The West hay que plantearse qué pinta el público en esta propuesta. Somos espectadores privilegiados y sabemos más que cualquiera de los que aparecen en escena. Quedarse en la comparación entre la lentitud de unos y la celeridad de otros es no salirse del rostro de Lavant ni de las calles de Marsella; es no darle la vuelta al guante que nos lanza Tsai Ming-Liang a los que estamos fuera, sentados en una butaca, "encadenados" a la pantalla, impacientes, tal vez, esperando e incluso pensando a una determinada velocidad. ¿Y todo eso por qué y para qué?