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España España · Lleida
Voto de Uma:
7
Drama Alemania Oriental, verano de 1980. Por razones disciplinarias, Barbara es transferida a un pequeño pueblo de la RDA a trabajar en un hospital. Su estancia allí es difícil por la desconfianza de los habitantes y las constantes inspecciones de la Stasi, pero Andre, el jefe del hospital, pronto comienza a interesarse por ella y a involucrarla en los casos de sus jóvenes pacientes. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas que incorporan el viento como elemento expresivo suelen ganar para sí un intangible que el espectador siente en sus vísceras como algo agreste, bello, físico, opresivo y a la vez liberador. Una especie de realismo poético, de gran ambiguedad por lo que tiene de inquietante y de puro al mismo tiempo. Además es cinematográficamente muy potente. Si yo hiciera películas, haría viento.

Tras este inciso excesivamente íntimo, aplaudo esta película cuya banda sonora es el viento y cuyo conductor eléctrico es una joven doctora alemana llamada Bárbara. Es un tema tan atractivo como la imagen del viento en los árboles, el de un personaje que traiciona sus propósitos. Si el vehículo para ello es una actriz llamada Nina Hoss, el gozo puede ser mayúsculo.

Nina Hoss, la distante e inexpresiva Nina Hoss, puede llegar a aburrirnos con sus pedaleos eternos, pero para que eso no ocurra, nos regala estratégicas sonrisas que la hinchan de humanidad y nos dan migas de pan para el optimismo, para un gozo más intenso gracias a la escasez. En la hermosura del campo, habitan seres grises cuya única luz es la que ellos mismos son capaces de generar. Nada más les alimenta. La única esperanza pues, reside en su interior, en lo que pueden dar de sí en un entorno que no por bello, deja de ser asfixiante.

¿Es posible vivir en el Empordà si odias el viento? ¿Es posible vivir en Lleida si odias la niebla? ¿Es posible vivir en Sevilla si no soportas el calor? El viento, la niebla, el calor, pueden ser asfixiantes, pero solo para aquellos cuyo único tema de conversación es el tiempo que hace. Son otros los factores que deberían condicionarnos. Doy brochazos para no tener que escudarme en el spoiler. A groso modo, metafóricamente, de eso va esta película. Y logra su propósito con considerable intensidad, logra retratar la asfixia, soportada con estoicismo, y el aliento, que llega con la misma fuerza que las olas de un mar enbravecido. Un buen guión, una actriz estupenda en su capacidad de comunicación, y por supuesto el viento incesante, son las claves con las que Christian Petsold consigue sobradamente su objetivo, a pesar de una dirección que a la hora de narrar, en algunos momentos (solo en algunos) peca de escueta y en otros de excesiva. Por lo general se compone una buena sinfonía, con un buen equilibrio entre el realismo y la dramatización, un tono de lo más germánico.

La vida es más sencilla de lo que parece, se reduce a saber cuales son aquellas cuatro cosas contadas que nos importan verdaderamente. Llegar a averiguarlo es lo realmente difícil. A veces, es necesario asfixiarse en el viento para saberlo.
Uma
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