El argentino Nicolás Gil Lavedra dirige la adaptación cinematográfica de la novela homónima escrita por su compatriota Claudia Piñeiro, y que aborda una historia enigmática con aroma al cine de género clásico, y que tiene un gran inicio a nivel artístico con el diseño de los títulos de crédito iniciales que enlaza con el protagonista haciendo unos bocetos. Furiel es un arquitecto que trabaja diseñando edificios para Mario y Marta, los dueños de esa empresa constructora, y tiene un trauma del pasado que no deja vivir una vida tranquila y apacible junto a su mujer y su hija Francisca. El joven protagonista se ve atrapado entre servir a su empresa y resolver el problema de la posible aparición de Nelson Jara, un ciudadano que en el pasado reclamó a la empresa constructora por unas grietas en su vivienda, al que creían muerto, pero que es probable que esté vivo y vuelva a alterar esa vida diaria de aparente tranquilidad.

Como suele suceder en casi todos los trabajos el dueño de la empresa se quiere lavar las manos y pasa " el marrón " a su empleado que será el que tendrá que aguantar en el pasado a Jara. La película funciona bastante bien hasta el tercio final ya que, aunque el espectador conoce la resolución al enigma fundamental del presente, mantiene el interés sobre todo en referente a lo que sucedió en el pasado. En el fondo la desaparición de ese ciudadano valiente es un McGuffin, ya que al director ( me supongo que será así en la novela ) le interesa ofrecernos un retrato de los personajes apoyándose en el magnífico reparto, en especial Soledad Villamil en el papel de Marta y Oscar Martínez en el de Jara. No en convencen tanto Joaquín Furriel que interpreta al protagonista y el español Santiago Segura como Mario. Tampoco me interesa los problemas familiares de la protagonista ni la preocupación de su mujer sobre la vida sentimental de su hija Francisca. La pena es que la parte final no sorprende y se pierde el interés respecto a la primera mitad.
Una película fácil de recomendar a un público medio porque tiene los atractivos de las películas de suspense, y el reparto son rostros conocidos del cine argentino y la presencia de Santiago Segura en un papel diferente a sus personajes cómicos.

LO MEJOR: El reparto.
LO PEOR: El desenlace.











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