Nunca me han gustado las películas para adolescentes, y menos a mi edad, salvo alguna excepción, sobre todo en el cine indie norteamericano, y normalmente esas películas dirigidas a una franja de edad entre 10 y 16 años suelen ser producciones de Hollywood, del Reino Unido o algún país Mediterráneo. En esta ocasión, el tercer largometraje dirigido por Christian Lo, es una coproducción de Noruega y Suecia, y que está protagonizada por unos jóvenes que tienen un sueño: el de participar en el Campeonato Noruego de Rock, que se celebra anualmente en la ciudad de Tromsø.
La película se presentó en la sección Generación KPlus del festival de Berlín de 2018, y está protagonizada por unos adolescentes incomprendidos por sus familias y amigos, y que tienen talento en algo referente con el mundo de la música, ya sea como cantante, guitarrista, baterista o como violonchelista.

Esos jóvenes inician un viaje lleno de aventuras y sorpresas, en donde hay situaciones divertidas, o al menos se reirán los más pequeños ya que se pueden identificar con los diálogos, pero la película es bastante esquemática, está llena de tópicos. Funciona mejor como película de aventuras que en los diálogos, que carecen de la gracia y el ingenio, que por ejemplo sí tienen el cine de animación, en donde podemos encontrar unos guiones mejores que en estas películas de acción real que tendrán su público, entre los que no me encuentro.
Una película que gustará a los espectadores con una edad cercana a la adolescencia, y que buscan en historias de acción real poder ver algo diferente al cine de animación, y con unos protagonistas con los que pueden compartir inquietudes y cosas en común.

LO MEJOR: La sinceridad de los personajes.
LO PEOR: Va dirigido al público adolescente y aburrirá a los adultos.

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