Lo que vemos es el día a día de Young- Yan, una persona ciega y sorda, que tiene un gran espíritu de superación. Pero no es un mero documental de su vida, sino que va acompañado de un gran espectáculo nivel visual.

La fotografía no es sencilla, el personaje reflexiona sobre la naturaleza y todo lo que le rodea y todo eso se plasma en unas bonitas imágenes.

El tratamiento del sonido es muy realista, apoyado en esos silencios donde el protagonista camina por la calle y no se oye nada, eso es lo que realmente siente.
Se comunica con su mujer con las manos, de esa forma y por el tacto se pueden comunicar con el resto de la sociedad. También emplea un aparato con unas bolas, como ayuda para expresar lo que siente.

El protagonista ayuda en tareas domésticas, hace figuritas de cerámica,estudia y escribe, cosas difíciles para una persona con esa discapacidad.
Aunque esté sordo es capaz de diferenciar muchas cosas que otras personas no se darían cuenta, agudiza otros sentidos para adaptarse a la situación que le ha tocado vivir.

El final nos regala un buen momento, muy emotivo, como todo el documental.