La función de Chleo es intentar ayudar y curar a los Palestinos y los ciudadanos que están en el campo de refugiados. Ese es un trabajo ingrato y poco agradecido, tienen que vivir situaciones complicadas, pero en esta película cuando la escena parece dramática, pasan a otra situación rompiendo el ritmo y sin meternos en todo lo que está viviendo la protagonista. Las situaciones más intensas e inquietantes son las de los niños, unos están revelándose contra Israel y uno de ellos muere atropellado. Otro está siempre jugando en ese campo de concentración, quizás sin pensar en el peligro que tiene esa zona y el ambiente que le rodea. Los momentos mejores de la película se encuentran en esas imágenes de los asentamientos, con todo derruido frente al muro y las reuniones que hacen por la noche en donde cantan y tocan la guitarra.
Esa última acción del parto, en donde la protagonista llega tarde pero más pronto de lo que podía llegar encontrándose en Tel Aviv, no es buena, mal explicada y eso desemboca en el abandono de Chloe de la zona para volver a Israel.