La película tiene el aroma típico del cine independiente americano y es una crítica muy divertida, muy fresca y a la vez muy corrosiva de todo este mundo del famoseo. El guión tira por el lado del esperpento y te ríes un montón, aunque también tiene un poso triste que te toca el corazoncito, porque es sincero y porque los personajes resultan entrañables de lo patéticos que son.
Cuenta con la baza de Steve Buscemi, ese actor con ojos de pez y cara de estreñido, que es una maravilla. Solo por verle en acción merece la pena ir al cine. Por ponerle alguna pega a la película diré que a veces resulta un poco superficial a la hora de criticar todo este mundo de paparazzis y famosos de pega, pero es un film honesto y muy recomendable.