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España España · Donostia-San Sebastián
Voto de Keichi:
9
Comedia. Drama Narra las experiencias de un grupo de niños de diferente edad y condición que viven en la pequeña ciudad de Thiers. Patrick vive con su padre inválido y sueña con recibir su primer beso. Julien vive en un hogar pobre y desestabilizado; su madre es alcohólica y lo maltrata. Alrededor de estos dos personajes gira la vida de otros niños de una pequeña escuela francesa de provincias cuyas historias se irán conociendo durante el verano de 1976. (FILMAFFINITY) [+]
8 de septiembre de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truffaut siempre tuvo algo de niño grande y como tal se interesó especialmente por el mundo de la infancia. En esta película buscó retratar las diferentes vivencias de un grupo de escolares de la localidad de Thiers, desde las geniales ocurrencias de los chavales pasando por el descubrimiento del amor o los maltratos familiares silenciados. El realizador nos regala aquí algunas escenas memorables, como la de la caída desde la ventana o el primer e inocente beso que cierra el film. Una vez más, el do de pecho lo dan los pequeños protagonistas, incluido un breve cameo de la hija del director. También los adultos, encabezados por Jean-François Stevenin, están fantásticos. Nuevamente, Truffaut recuperó para la ocasión alegres piezas clásicas del ya fallecido Maurice Jaubert, compositor al que volverá a recurrir más adelante. La fotografía vuelve a corresponder al ya habitual Pierre-William Glenn.

Una vez más, la lectura del film versa sobre la educación, temática ya abordada en Los 400 golpes pero también en El pequeño salvaje, pudiéndonos remontar incluso hasta el principiador cortometraje de Les Mistons. Pero si en la primera de las aventuras de Antoine Doinel Truffaut se identificaba con el niño rebelde, aquí es el adulto profesor. Resulta interesante comparar la visión que de las instituciones presentan una y otra película. En su opera prima el director entendía la escuela y a la policía como instrumentos represores, pero el paso del tiempo los ha convertido en tutores y protectores de los más pequeños. No obstante, los niños siguen siendo unos grandes olvidados. Esta visión cristaliza en el apasionado discurso final del maestro que no esconde sus ecos autobiográficos, toda una oda a las nuevas generaciones y su valor futuro. Injustamente olvidada dentro de su extensa filmografía, esta película debiera estar considerada como una de las mejores de Truffaut.
Keichi
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