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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
8
Drama. Thriller Cuando hace una entrega, Jongsu (Yoo), un joven mensajero, se encuentra por casualidad con Haemi (Jun), una chica que vivía en su vecindario. La joven le pide que cuide a su gato durante un viaje a África. A su regreso, Haemi le presenta a Ben (Yeun), un joven misterioso y con dinero que conoció allí. Un día, Ben revela a Jongsu un pasatiempo muy extraño... Adaptación de una historia de Murakami. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2018
33 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burning empieza y termina con dos planos largos, uno en plena ciudad y otro en la cuneta de una carretera. Y entre ambos momentos, Chang-Dong introduce la mejor escena de la película, probablemente la secuencia más bella del año, en toma única: el baile de Haemi, el vértice femenino del triángulo, bañado por la luz anaranjada del atardecer mientras una bandera de Corea del sur, apunte aparentemente vanal pero preñado de significado, ondea a capricho. Pura geometría. Porque, aunque a veces parece una película errática, Burning es un thriller de una precisión envidiable, calculado al milímetro para que el espectador entienda a cada instante lo justo y necesario, sin posibilidad de avanzarse a la trama y, por lo tanto, a merced de los quiebros enrarecidos del director.

Chang-Dong, que fue Ministro de Cultura de su país, no duda en atacar el sistema establecido y las bases sociales de Corea en una historia que tiene mil y una ramificaciones, también símbolos poderosos cual Lynch onírico. El interés de la trama no reside tanto en la literalidad de su argumento como en su atmósfera, entre reconocible y extraña. Burning se pliega hasta tal punto que llega a cuestionarse a sí misma: aunque avistemos las más de dos horas de relato desde los ojos de Jongsu, un aspirante a escritor con poca suerte, la mano maestra de su director consigue que al final nos distanciemos de Jongsu y nos cuestionemos todas sus acciones. Y con ellas, la película entera. O mejor: su misterio, que pivota sobre la eterna diferencia de clases. Burning, vaya, tarda en prender llama, pero incendia, y de qué manera.

Burning, en resumen, no sorprende tanto por lo que cuenta como por lo que deja intuir. Convencen más sus dudas que sus certezas. Chang-Dong encuentra la poesía en sus imágenes precisamente porque no la busca: como narrador se guarda varios ases en la manga, pero nunca fuerza los mecanismos de la historia para epatar al personal con uno u otro giro, ya que todo el conjunto se intuye coherente, orgánico; y formalmente es un artista sin dobleces, muy austero, fiel creyente de que menos es más. En un Festival de Cannes cuya sección oficial ha incluído varias ficciones con desapariciones de por medio, Burning destaca como una de las más obsesivas y obsesionantes. Y como Chang-Dong nos deja el desasosiego en la mente y el susto en el cuerpo, no nos quedará otra que ver el film una y otra vez hasta convertirlo en lo que ya es: una de las películas más importantes de la contemporaneidad.

@CinoscaRarities, http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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